-Tu ideal de belleza es...
-Mi madre. Tiene una piel fantástica, pero sobre todo es porque es una mujer que no ha tenido ni medios ni dinero para cuidarse en un pueblo de Asturias donde sólo había una esteticista, con toda la carga de trabajo que tenía, y sin embargo siempre la he visto guapa. Hasta sale a por el pan bien vestida, limpia y mona.
-¿Cómo es Paula Echevarría en casa?
-Me encontrarías con unos leggings, una camiseta y zapatillas.
-Un “look casual”, pero cuidado, ¿no?
-Por supuesto. Y además no es sólo fachada. Como diría mi madre: “Que nunca te pillen en un renuncio”. Hay que estar mona por fuera y por dentro, y llevar hasta la ropa interior conjuntada.
-A David le has metido también en este mundo de la imagen.
-Sí, pobre, lo malo es que tiene alergia al alcohol y no puede usar todo lo que le gustaría. Se ha hecho muy constante también. Al principio me costó inculcarle precisamente esa rutina de la que hablaba. Le decía: “No te eches crema un día porque sientas la piel seca, échatela todos los días”. Y ahora me tiene loca porque se echa siete veces en un día.
-¿Cuál es el olor de tu casa?
-Fresco, mi colonia suele ser fresquita, y me gusta que huela a la niña. Compro ambientadores con olor a colonia infantil.
-¿Y el de tu infancia?
-Mi colonia de pequeña era Petit Cheri, pero los olores no son sólo las colonias. El olor de mi vida es el de mi abuela. Puedo cerrar los ojos y todavía lo huelo, aunque murió cuando yo tenía seis años. Y no era un perfume, porque ella no usaba, era una mezcla del jabón Heno de Pravia, del carmín de labios y la laca Elnett. Ése era su olor. Su ropa olía así, y a la crema Pond’s de la cara. Hay días que lo huelo y pienso: “Dios mío, ¿estará aquí al lado?”.
-Defínete con una palabra.
-Positiva.
-David.
-Extrovertido.
-Daniella.
-Preciosa.
-¿Cómo compagináis David y tú el trabajo de uno y otro?
-Como siempre: uno en un sitio; otro, en otro; y a la niña se la pongo en el Ipad para que la vea cuando no está. Me siento muy afortunada a su lado.