En el transcurso de la lactancia materna suelen producirse desajustes en tres momentos determinados: cuando el bebé tiene 3 semanas de vida, al cumplir 1 mes y medio y, frecuentemente, a los 3 meses. Pero en realidad, no son desajustes sino situaciones normales que no deben causar ninguna inquietud. Conocerlas sirve de gran ayuda.
- El bebé tarda menos en comer. Si antes tardaba 15 minutos o más en vaciar cada pecho, ahora lo hace en 4 o 5 minutos. No es que mame menos, es que se ha convertido en un experto en el arte de la succión y tiene más fuerza, por lo que vacía el pecho de forma más rápida y eficaz.
- No se nota la subida de la leche. Los pechos de la madre, que al principio de la lactancia se hinchaban y deshinchaban en cada toma, permanecen igual antes y después de dar el pecho, ya no gotean y la madre apenas nota la subida de la leche. Es lógico: en general, cada madre produce la cantidad exacta de leche que necesita su bebé; al cabo de unas semanas ya no nota los pechos tan llenos ni gotean porque la producción de leche se ha adaptado a las necesidades del niño.
- Parece que aún tiene hambre. Después de mamar, el bebé se chupa el dedo, o el puñito entero, con voracidad. Tranquila, no siempre es señal de que tenga hambre: a los niños les proporciona placer y tranquilidad chupar y succionar.
- Vuelve a despertarse de noche. El bebé ya dormía de un tirón... y ahora a veces se despierta en medio de la noche. No creas que es por hambre (prueba a darle agua). En torno a los 4 meses es habitual que ocurra esto. “Forma parte de un proceso normal de maduración y algunos niños que dormían seis horas seguidas, a esta edad pueden llegar a despertarse cada hora y media. Poco a poco recuperará su patrón de sueño”, dice la experta.
- Coge menos peso. Es normal que con 3 meses gane menos peso a la semana que al principio. Y es que los bebés engordan cada vez menos.
- ¡Se tira dos días sin hacer caca! Un lactante puede estar perfectamente dos o tres días sin manchar el pañal (aunque sí debe mojarlo al menos cuatro veces al día), siempre que cuando lo haga, las heces tengan una consistencia normal, pastosa y semilíquida. Y también es normal que si ha estado dos o tres días sin evacuar, cuando por fin lo haga se manche hasta el cogote.
Aunque todas estas situaciones son normales, “la madre las interpreta como señales de que su hijo se queda con hambre, de que ella tiene cada vez menos leche, o de peor calidad... Pero no es así”, explica la doctora Lozano.
Qué hacer en estos casos
“Pecho a demanda. Si el niño quiere más, lo que es probable porque está creciendo, hay que ponerle más veces al pecho. A los dos o tres días la producción de leche se habrá ajustado a la demanda del bebé. Hay que vigilar que el niño saque la leche hasta vaciar un pecho completo, y no cambiar de mama hasta entonces”, aconseja María José Lozano.