Ser padres cambia la vida, pero, dentro de las limitaciones, siempre hay que buscar el modo de hacer un sitio a la intimidad y encontrar un momento para disfrutarlo a solas en un restaurante o dando un paseo.
Tu problema forma parte de la vida moderna, un modelo de familia que fomenta la esclavitud de los padres y la dictadura de los hijos. En familias con uno o dos hijos, el niño se convierte en el rey de la casa, el vínculo se prolonga en exceso y los padres no ven el momento de crear su propio espacio, un espacio que tú necesitas ganar sin sentirte culpable para recuperar parte de tu vida en pareja y un espacio que, además, beneficiará a tus hijos, que también necesitan el suyo para empezar a desarrollar habilidades de su independencia.
Recuperar la ilusión puede ser fácil cuando se pierde el miedo a ser malos padres. Quítate de la cabeza las dudas por no estar todo el tiempo dedicada a tus hijos, acepta también la responsabilidad que tienes con tu pareja, proponte distribuir vuestro tiempo sin olvidaros de vosotros mismos y pon manos a la obra para restablecer esos dos aspectos esenciales que habéis descuidado, romanticismo e intimidad:
Romanticismo. Busca quien se ocupe unas horas de los niños para volver a cenar otra vez a la luz de una vela, sin que nada ni nadie os interrumpa, para vestiros de fiesta y descubrir de nuevo cómo te gustaba salir del cine y volver por la noche cogida de su brazo.
Intimidad. Utiliza de vez en cuando a la familia para dejar a los niños y hacer una escapada, buscar un hotel tranquilo y revivir la pasión de las primeras excursiones juntos. Si no encontráis ayuda, atreveos a cerrar la puerta del cuarto sin miedo a que los niños se despierten y cread vuestro reducto privado de paz, en el que podáis relajaros.