La ansiedad o el estrés presentan cambios fisiológicos y bioquímicos que dan como resultado sudoración, incremento del ritmo cardíaco, aumento de la tensión arterial o subida de adrenalina, ya que empieza afectando a la mente pero acaba repercutiendo sobre el corazón (taquicardias, hipertensión), el estómago (úlceras), el intestino (colon irritable) y el sistema inmunológico.
Para reducir las crisis de ansiedad son muy importantes los alimentos que lleven vitaminas del grupo B, que influyen para el buen funcionamiento del cerebro y del sistema nervioso –la carencia de B1 provoca irritabilidad nerviosa y depresión y la de B6 ocasiona fatiga–. Los alimentos que más vitamina B tienen son los cereales integrales. El más rico es la avena, que tiene más hierro que la carne y mucha vitamina B1. También los frutos secos –anacardo, almendra, piñón...–.
Minerales como el magnesio son claves para que no nos sintamos nerviosos y ansiosos. Los ácidos grasos insaturados, como el ácido linolénico y linoleico (omega 3 y 6), son muy importantes para el sistema nervioso.
A evitar
Conviene evitar el exceso de alimentos con aditivos, como la tartrazina (en muchas golosinas), ya que es un colorante que produce irritabilidad y falta de atención. Prescindir de un buen desayuno provocará bajadas bruscas de glucosa y nerviosismo. Es importante hacer las comidas en un horario regular, dormir lo suficiente y practicar deporte.
Imprescindibles
Es fundamental incluir alimentos con triptófano, un aminoácido que interviene en el metabolismo de la serotonina. Lo contienen el pescado, el arroz, el plátano, la patata, la calabaza, los lácteos, la avena y el cacahuete. Otros alimentos que ayudan a relajarnos son los que contienen vitamina B7 o colina. Se encuentra en el huevo y la levadura de cerveza. También la lechuga, además de otras vitaminas del grupo B, minerales como el potasio y hierro, tiene sustancias de acción sedante y somnífera. Por ello, tomar una ensalada o una crema ayuda a dormir mejor.