Es imposible que nunca surja un desacuerdo, pero lo importante es saber expresarlo del modo más adecuado y sin olvidar que hablas con la persona a la que quieres y a quien debes respetar.
Sigue las siguientes normas para conseguir discutir sólo lo justo y darle la mejor solución a los problemas:
No dejes que manden tus emociones. Cuando estés estresada, deprimida o hayas tenido un mal día en el trabajo, será mejor que no inicies la discusión. Si tratas de solucionar vuestras diferencias bajo la influencia de un estado de ánimo negativo o de cuestiones externas al problema, descargarás injustamente en la discusión y en tu pareja esas emociones acumuladas.
Expresa claramente tus deseos. A menudo, esperamos a que el otro adivine nuestras necesidades. El diálogo y la sinceridad son imprescindibles, todos debemos expresar nuestros deseos y necesidades. No esperes a acumular frustraciones hasta que al final estalles con reproches.
No estás frente al enemigo. Es la regla más importante y que a menudo olvidamos llevados por la ira y el acaloramiento. Si no logras mantener la calma, perderás el respeto y sólo conseguirás herir los sentimientos. Así, las discusiones sólo pueden llevar al distanciamiento y a tomar decisiones equivocadas. Cálmate antes de pasar a un ataque del que te arrepentirías.