Lo más importante es saber aprovechar los placeres sencillos: estar en familia, dar paseos, leer un buen libro… actividades a las que no solemos dar importancia y que sin embargo son la mejor receta para desconectar. Organizar estas vacaciones no obliga a hacer varios cientos de kilómetros o asumir costosos gastos, sino buscar el modo de aparcar la rutina para, sencillamente, disfrutar.
Huye de la apatía. Lo peor que puedes hacer es dejarte vencer por la apatía. Tirado en casa no descansas; al contrario, rumias los problemas, tu ánimo se deprime y lo único que puedes conseguir es estar más agotado al volver a la rutina.
Un poco de imaginación. En estos tiempos de crisis, aprovecha para volver al pueblo, ver a la familia o los viejos amigos o charlar de cosas sencillas, sin prisas.
Aire libre y deporte, una buena opción
Las excursiones, montar en bici, correr o cualquier afición que implique un poco de ejercicio físico ayudan a recargar pilas. La mayoría de nuestros trabajos son muy sedentarios, nos obligan a permanecer horas concentrados, sentados, encerrados entre cuatro paredes. En contrapunto, un poco de ejercicio y fatiga física aportan beneficios psicológicos.