Días de pesadilla
El 11 de enero pasó uno de sus días más tensos. Fueron más de doce horas en el juzgado, todas muy tensas. La primera vez que un miembro de la Familia Real española se sentaba en el banquillo de los acusados ha marcado para siempre a la infanta Cristina, que además de ver como su posición ha quedado rota definitivamente por su implicación en el 'Caso Nóos' por dos delitos fiscales, teme por el futuro de su marido, Iñaki Urdangarín, por quien parece haber sacrificado todo.
En la primera jornada de la vista oral del 'Caso Nóos', celebrado en Palma de Mallorca, la hija de los reyes eméritos don Juan Carlos y doña Sofía, mostró su rostro más serio y triste. Y eso que su futuro particular como encausada por dar un giro en su favor.
La sala ha admitido como prueba el nuevo informe de la Agencia Tributaria -presentado por el fiscal Anticorrupción Pedro Horrach- que beneficia a doña Cristina. Se trata de un documento elaborado por Hacienda que la exonera de los dos delitos fiscales que le atribuye la acusación popular, ejercida por el sindicato Manos Limpias.
Este dictamen señala que quienes no ostentan funciones de gestión en una sociedad -con ocurría con ella en Aizoon, que era socia pero no administradora- no pueden incurrir en responsabilidades penales por el mero hecho de ser socios en la misma.
La otra posibilidad que le queda a la infanta Cristina de salir bien parada, al menos judicialmente, en el 'Caso Nóos' es que su defensa consiga que se le aplique la llamada 'Doctrina Botín', algo que no ha sucedido. Y a partir del 9 de febrero tendrá que sentarse en el banquillo en un proceso que durará seis meses.
Aunque en el banquillo de los acusados se habían sentado en extremos opuestos de la misma fila, doña Cristina e Iñaki Urdangarín abandonaban juntos la sala.