Pasadas las seis de la tarde, los Duques de Sussex aterrizaron en un avión charter en el aeropuerto de Dublín, para dar comienzo a su primer viaje oficial desde que se dieran el 'Sí, quiero' el pasado 19 de mayo. Allí han sido recibidos por un gran dispositivo de seguridad y medio centenar de periodistas acreditados, que estaban impacientes por ver a la pareja real llegar a Irlanda. Sonrientes, Meghan y Enrique se han mostrado muy amables con la prensa que allí les esperaba. Aunque el gran protagonista ha sido el vestido de Meghan.
La elección de su look no es casual, ya que es un diseño de Emilia Wickstead. Recordemos que la diseñadora afirmó que el vestido de novia de Givenchy que Markle lució era un plagio de uno de sus trajes. Finalmente, la cuestión parece zanjarse con este hermoso gesto de Meghan, que muestra así su intención de hacer las paces con Emilia.
Los Duques de Sussex se han reunido con el presidente de la República de Irlanda, Michael D. Higgins, donde Meghan ha vuelto a ser noticia por su estilismo. La esposa del príncipe Enrique ha lucido un vestido de manga larga y cuello a la caja diseñado por Roland Mouret, cuyo precio asciende a unos 1500 euros. Para completar el 'look', con unos zapatos de terciopelo negro, un bolso de Fendi y unos pendientes de diamantes y oro blanco. En total, un estilismo que cuesta unos 5.000 euros.
Por la tarde, Meghan y Enrique han visitado el estadio de Cork, donde han sido testigos del trabajo que realiza la Asociación Atlética Gaélicase. Allí se han mostrado de lo más cariñosos con los niños que forman parte de la asociación. Después, han hecho una parada en las esculturas Famine, en los muelles de Dublín, que muestran rostros desahuciados, reflejo de las penalidades que tuvieron que pasar a mediados del siglo XIX los irlandeses.
Para ambas citas, Meghan ha optado por un sobrio traje de chaqueta negro y salones del mismo color.
El otro look destacado es el de su llegada, donde la duquesa de Sussex hizo un guiño a los irlandeses con el color elegido para su 'look': el verde, el color que caracteriza al país.
Meghan ha vuelto a confiar en una de sus firmas de referencia: un top y una falda en verde retro de Givenchy, la misma que eligió este lunes para acudir al bautizo de su sobrino pequeño, el príncipe Luis. Sin duda, la marca francesa se ha hecho un hueco en el armario de la Duquesa, sobre todo después de que su vestido de novia también estuviera firmada por ella. Completó el estilismo con unos salones y un bolso a juego en tonos beige.
Meghan y Enrique fueron recibidos por el primer ministro Leo Varadkar, ante cuya atenta mirada firmaron en el libro de visitas.