Palacios se despide de Milagros, que vuelve a París después de haber afianzado su relación. “Estoy muy contento de haberte conocido de verdad, te quiero con el alma, cariño. Dale un beso a tu hermana y regresa pronto, que aquí te estaremos esperando con los brazos abiertos”, asegura.
Sin embargo, no todo es de color de rosa para el empresario, ya que duda en aceptar la oferta de Alfredo e invertir en el Banco Americano y así se lo hace saber a Liberto y José, que también quieren comprar acciones: “Bryce me mostró unos informes sobre lo beneficioso del negocio para nosotros, pero no sé qué hacer”. No sospecha que los papeles son falsos y se trata de una estafa.
Por otro lado, Genoveva quiere hacerse con la patente de las cafeteras que ha diseñado Antoñito y conseguir que invierta su dinero en la empresa de su esposo. Para lograrlo, la mujer pretende seducir al joven y hacerlo caer en sus redes.
Un día lo invita a tomar una copa en su casa y se muestra muy sugerente con él, pero este, fiel a su esposa actúa indiferente con ella: “Creo que es mejor que me vaya. No quiero ni pensar lo que se diría en el barrio. Buenas tardes”.
El resto de vecinos, ajenos a todo, disfrutan de una nueva velada en el restaurante de Felicia, quien sigue enfadada con Bellita tras la ruptura de sus respectivos vástagos.
Cuando los invitados se marchan, Camino, después de recoger el desorden del evento, se queda dormida encima de una de las mesa. Allí habla en sueños y Cesáreo la oye, aunque no llega a comprender las palabras de la muchacha
En el altillo, Úrsula sigue hundiendo moralmente a Agustina con su enfermedad siguiendo las órdenes de la viuda de Alday. La criada finalmente confiesa a Fabiana que ya no tiene ganas de seguir viviendo: “Según los doctores me queda muy poco tiempo de vida. Lo único que quiero es que esta agonía termine pronto y marcharme junto a Dios”.
Tras escuchar a su amiga, se dirige a casa de don Felipe y le comunica lo que está ocurriendo con su empleada. Acto seguido, Álvarez-Hermosose presenta en su cuarto y se la lleva al hospital. Allí, unos nuevos estudios revelan una terrible verdad,la anciana no se encuentra enferma.
“Sigo sin entender qué médico le dio semejante diagnóstico, pero créame cuando le digo que usted no padece ningún mal. Así que anímese, porque estará más años en este mundo que quizá a alguno de nosotros”, comenta el doctor. Los presentes comprenden que Dicenta ha estado engañándolosacerca de la supuesta afección de la mujer.
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