Carlos se encuentra en coma debido al atraco que sufrió en plena calle. Algunos empleados del hotel desconfían de Gabriel, Natalia entre ellos. “¿Cómo ha podido hacer algo así? Se trata de su hermano”, piensa la limpiadora que se plantea si debe ir a visitarlo.
Antes, se dirige al despacho de Quintero para intentar, de una vez por todas, frenar a los De la Vega, mostrándole una prueba importante y, quizá, definitiva: “La he guardado durante un tiempo, pero ya no puedo más”.
La cita de Silvia y Domingo resultó de lo más agradable y ella pregona que son novios, a parte de tomar la iniciativa para quedar otra noche. “Debes ser más discreta en el trabajo. Además, es un poco pronto para poner nombre a la relación”, dice molesto el jefe de personal.
Desde hace días, Carolina se muestra decaída y sin hablar. Álvaro, preocupado, consigue sacarle lo que le ocurre: “Mi padre utiliza la revista para sus negocios ilegales y para blanquear dinero. ¿Qué debo hacer?”.
Con buena voluntad por parte de las dos, Benigna y Rocío logran normalizar su relación, pero el problema sigue presente y Miguel descubre el duro pasado que oculta la dueña del King’s.
Finalmente, Luisita se queda en Madrid, al lado de su familia y Amelia consigue una importante audición de música.
Mientras, Ignacio confiesa a María que el robo en casa es obra de Alberto. “Ha cumplido su amenaza…”, murmulla. Por si fuera poco, el matrimonio recibe la inesperada visita de Pía. “Hijo, querido, quería daros una sorpresa. Tengo pensado quedarme unos días con vosotros. Para ayudar, claro”, afirma convencida.
Natalia no se da por vencida y, aunque sabe que no es bienvenida en el hospital, se acerca a ver a Carlos. Allí, coincide con Ascensión y Mónica, que la culpa de lo sucedido, y con Gabriel, que la invita a irse: “Debería darte vergüenza estar aquí”.
A la mañana siguiente, una noticia deja a Ignacio impactado: Alberto ha aparecido muerto en extrañas circunstancias. Sin embargo, esto no significará, para nada, el final de su pesadilla.
En su deseo de remontar el negocio, Benigna propone a Sebas organizar unas cenas especiales: “Se llamarán ‘Veladas de música y marisco’. ¿Qué te parece la idea? Es una mezcla exquisita”.
Por otra parte, Álvaro confirma la información que le dio Carolina y llama a la policía. Poco después, dos agentes se presentan en la redacción y se llevan a Alfonso detenido. “¿Qué les han contado de mí?”, pregunta mirando fijamente a su hija.
Aunque Silvia continúa ilusionada y de lo más cariñosa con Domingo, este se siente acomplejado a su lado. “Es demasiada mujer para mí”, explica.
Dolida por el insolente trato que recibió en el hospital, Natalia pide a Quintero que le devuelva la grabación de Gabriel, ya que pretende que se abra una investigación contra él. “Estoy decidida a demostrar que es un delincuente”, asegura al abogado. Este le recomienda tener prudencia: “Son muy peligrosos”.
Como era de esperar, en la redacción de ¡Hasta luego! se ufren las primeras consecuencias de la detención de Alfonso. Carolina se siente culpable, pero sus compañeros, incluido Álvaro, la apoyan: “Hiciste lo correcto y fui yo quién llamo a las autoridades”.
En menos de una semana, María está harta de su suegra. “Para ella todo está mal. No para de decirme que tengo la casa hecha un desastre”, protesta a su marido, que le hace entender que no puede echarla. “De verdad que te entiendo, pero es mi madre”, dice.
Dispuestas a quitarla de en medio, Ascensión descubre más datos del pasado de Natalia y Mónica se niega a escucharla.
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