Antolina está enfadada porque, pese a sus esfuerzos, nadie cree que Elsa esté loca. Empeñada en lograrlo, argumenta a Isaac su afirmación:
“Estuvo internada en un sanatorio de enfermos mentales y fue la culpable de la muerte de su madre. Además, inventó lo de su encierro después de la masacre el día de la boda”. Y para reforzar sus palabras lo anima a que le pregunte a ella.
Acorralado por María, Fernando confiesa su participación en el secuestro de sus padres y acepta liberarlos. Enseguida se lo exige a sus hombres en un telegrama que entrega a Prudencio para que lo envíe.
Horas después, el joven llega con la demoledora respuesta: los secuestradores no reconocen a Mesía como su jefe y se niegan a acatar la orden.
María se derrumba, mientras Raimundo le exige una explicación y Mauricio lo amenaza con acabar con su vida si Alfonso y Emilia no regresan vivos.
Cuando las dudas pesan más que el amor Severo e Irene valoran los pros y los contras de aceptar la oferta de Eustaquio Molero. Finalmente, la rechazan aunque son conscientes de que habrá represalias.
Carmelo, que teme por su amigo y su familia, entrega un arma a Saúl para que los proteja. Tras informar de lo ocurrido a los laguneros, Julieta llega a Puente Viejo entusiasmada: todos quieren acompañarlo cuando se reúna con Molero.
A la mañana siguiente, el empresario y su hijo llegan escoltados por un numeroso grupo de hombres y se quedan impactados al comprobar el apoyo con el que cuenta Santacruz. Se van derrotados pero amenazan con regresar.
Feliz con la pequeña victoria, Irene comenta con Adela que ha entregado a Anacleto el artículo con el que pretende hundirlo.
Incapaz de olvidar las palabras de Antolina, Isaac se sincera con Matías: “¿Y si realmente Elsa está perturbada y es una criminal?”. El chico trata de calmar a su amigo pero no lo consigue y cuando regresa a la casa de comidas miente sobre el encuentro a Elsa, que quiere saber qué le ocurre a su amado.
Aunque no le cree, la chica intenta mantenerse firme y al día siguiente, ya recuperada, sale a la calle. El corazón se le encoge al comprobar que la gente ha creído la farsa sobre el robo y la llaman ladrona a la cara.
Mientras tanto, el carpintero telefonea al hospital donde supuestamente estuvo ingresada. Se hunde cuando le confirman que fue su paciente y no duda en interrogarla poco después.
Ella trata de justificar por qué le ocultó esa parte de su vida pero él se siente traicionado y no la escucha. Dolida, Elsa se desahoga con Consuelo.
Aunque lo ha intentado, Fernando no ha conseguido recuperar el mando en el secuestro y pide a María que le permita marchar en busca de sus padres: “No están lejos de Puente Viejo, deja que lo intente. Estoy tan arrepentido de lo que he hecho. Daré mi vida si es necesario, pero volverás a verlos”, le asegura.
Sin embargo, huye sin darle tiempo a que consulte la petición con su abuelo.
Paseando con Marcela por el pueblo, Antolina se encuentra con Elsa y aprovecha para desquiciarla con maliciosos comentarios.
Como esta pierde los nervios, los vecinos empiezan a creer que también ha perdido el juicio. Isaac llega en ese momento y acaba perdiendo la poca confianza que albergaba en ella.
Llega el día en que se dictaminen las indemnizaciones para los habitantes de Las Lagunas y casi todos están en el juzgado.
Algunos mineros aprovechan la circunstancia para ir a la casa de comidas y armar jaleo. Marcela se asusta y Julieta acude en su ayuda, pero el hijo del empresario se la enfrenta.
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