Para evitar a Isaac un dolor innecesario, Elsa rectifica sus palabras y le dice que lo de que su muerte está próxima era una forma de hablar porque todavía siente la amenaza de Antolina aunque ya haya dejado el pueblo.
Aun así, el carpintero no recupera la tranquilidad pues acude al lugar del bosque donde guardó sus ahorros para comenzar una nueva vida con su amada y descubre que se los han llevado. De inmediato, sospecha de su ex.
Después de la reunión con doña Francisca, Marchena comunica a Prudencio su decisión de abandonar Puente Viejo porque le han ofrecido un negocio mejor en otro lugar.
Aunque lamenta perder un socio tan capaz, el joven lo felicita y le desea buena suerte. Poco después, recibe la visita de Lola. Ante la imposibilidad de saldar su deuda, le ofrece su cuerpo. Él rechaza la oferta y le da la oportunidad de pagar con su trabajo pues le propone ocupar el puesto de su primo. Ella acepta y le demuestra que sabe desenvolverse.
Hace un día hermoso como se recuerdan pocos en Puente Viejo y todo está listo en una bella explanada para la boda de Fernando y María Elena.
María, en calidad de madrina, acompaña al novio, que mira embobado cómo llega su prometida del brazo de Raimundo.
Todos los vecinos de Puente Viejo acuden al enlace siendo testigos del amor entre sus vecinos.
En una emotiva ceremonia, Fernando y María Elena no dudan en darse el 'sí quiero' con una amplia sonrisa que no se borra de sus labios.
Don Berengario no tarda en darles su bendición y nombrarles marido y mujer.
Tras darse el “sí, quiero” delante de todos los invitados y ser felicitados, los recién casados abren el baile con un vals.
Todos juntos disfrutan de la ceremonia y el baile dejando sus diferencias a un lado por un día.
La celebración sigue con normalidad hasta el momento de partir la tarta.
María le da la enhorabuena de corazón a la novia cuando de repente...
Una bomba estalla cerca de donde las dos amigas se encontraban, saltando todo por los aires.
En medio de la confusión y el polvo, los vecinos de Puente Viejo comienzan a comprobar su estado de salud y el del resto de asistentes.
Fernando se derrumba al comprobar que su flamante esposa ha muerto y la abraza desesperado incapaz de creer lo ocurrido.
Mientras tanto, Matías se da cuenta de que tiene un profundo corte en la cara que le impide abrir el ojo.
El joven corre con Raimundo y Francisca hacia María, que permanece inconsciente en el suelo.
A las pocas horas, Carmelo lidera una investigación sobre el atentado. Severo, que no parece extrañado por lo ocurrido, se ofrece a ayudarlo y se va solo en busca de los artificieros a los que pagó para destruir el silo de Francisca.
El alcalde se da cuenta de que oculta algo y horas después le pregunta directamente si ha tenido algo que ver con la explosión. Antes de que pueda responder, la Montenegro irrumpe en el salón del Ayuntamiento y se encara a ellos. “No voy a permitir que mi peor enemigo intervenga en esto”, asegura señalando a Santacruz.
En La Casona, Fernando vela el cuerpo de María Elena, y Raimundo trata inútilmente de darle consuelo
Mesía, además, se siente culpable del estado en el que se encuentra María, que no ha recuperado la consciencia.
Por fortuna, al regresar del entierro, Zabaleta le da buenas noticias: la mujer ha despertado.
El médico, sin embargo, no se muestra tan optimista con Matías ya que, después de acabar con sus reticencias a ser curado, comprueba que un ojo ha resultado gravemente dañado y que podría perderlo.
El muchacho le quita importancia pero esa noche Marcela nota que tiene fiebre y llama al doctor. “Su marido ha empeorado, temo por su vida”, le dice apenado.
Elsa niega estar hablando por teléfono con alguien de la cárcel cuando la descubre Consuelo. Poco después, comunica a Isaac que se marcha del pueblo, pero que no quiere que la acompañe. Isaac se inquieta y más cuando la abuela de Julieta le habla de la misteriosa llamada.
Irene, que se ha revelado como una avezada investigadora en el caso del atentado, deduce que Severo está involucrado pero él le asegura que está equivocada. Sin embargo, se angustia porque ella le revela que han hallado huellas dactilares
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