¡Vaya verbena!

Con intención de superar la muerte de Zara, Benigna se vuelca en ayudar al padre Argimiro en la parroquia y organiza una verbena para recaudar dinero.

Por otra parte, Marta y Rosalía hablan de la boda de la primera con ilusión. Esa tarde, la marquesa de Losada y Alonso las visitarán para hacer la pedida oficial.

Doña Ana María confirma su asistencia, pero la reunión finaliza abruptamente cuando Jaime llega a casa por sorpresa. “Familia, ¡soy libre!”, exclama sin importarle que tengan visita. La marquesa, contrariada, se levanta y se va.

Luego, doña Ana María hará todo lo posible por recabar información sobre el joven Novoa: “¿Viene de la cárcel? –pregunta la marquesa–. Qué calladito lo tenían…”. 

De forma altruista, Rosalía dona unos electrodomésticos a la verbena. “Le agradezco mucho su colaboración”, dice Benigna, que está nerviosa porque se acerca el acontecimiento. 

Por otra parte, la rebeldía de María tiene a Marcelino de los nervios y más cuando se entera de que la chica pretende asociarse con Rafael en el King’s Club.

María se toma muy en serio el que será su nuevo trabajo en el King's Club y que compaginará con su  faceta de modelo. La chica ultima los preparativos para la inauguración del bar, prevista para esa misma noche.

El padre Argimiro se pasea por la plaza saludando a los asistentes y feliz. Desde El Asturiano, altruistamente, ofrecen comida y bebida a sus vecinos.

El cura pide a Bruno, el menor de los Novoa, que organice la tómobola con los electrodomésticos que ha donado su madre.

Superados los nervios, Benigna está exultante. Vestida de chulapa, la dueña del hostal conoce a Camilo, un elegante vecino, que se muestra interesado en ella desde el primer momento.

El elegante hombre que no para de piropear a Benigna. “¿Me concedería el próximo chotis?”, bromea y la coge del brazo.

Los Novoa, distanciados por el asunto de las patentes, olvidan sus problemas y se muestran más enamorados que nunca.

Se conocieron de niños y aunque han pasado muchos años y han vivido tensos momentos, Félix y Rosalía siguen sintiendo amor el uno por el otro.

Poco a poco, Jaime se reincorpora a la sociedad sin esconder su pasado y decide presentarse uno a uno a los empleados de la fábrica. Además, la verbena es un buen lugar para olvidarse del pasado y disfrutar del momento.

César va presentando a Jaime a los nuevos vecinos. Tanto él como Fionna se dan cuenta de que el joven se ha quedado prendado de Henar nada más verla.

Alba, la pequeña de los Novoa, también se integra poco a poco en el barrio. De momento, con quien más afinidad tiene es con Nuria, pero espera la llegada de Rafael, por el que suspira.

Rafael, que ha crecido con los Novoa, es ahora piloto y acude cuando puede al barrio. Tontea con Alba, pero en realidad nunca ha olvidado a su anterior amor…

Al ver a su hermano tan integrado, Marta se esfuerza en marcar su territorio entre los vecinos: ella es la jefa de Electrodomésticos Novoa. Pero Jaime ya se ha ganado a muchos empleados con su simpatía.

El buen rollo se contagia en la plaza y los recién presentados se hacen una foto de recuerdo. De lejos, Nuria es testigo de todo pues no deja de observar a Jaime.

La secretaria de los Novoa se convierte en la estrella de la fiesta y no para de bailar durante la jornada. En parte, quiere llamar la atención de su nuevo jefe.

María, Benigna y Henar bailan alegremente en la plaza. Las tres están viviendo una etapa muy buena, después de muchos conflictos personales. 

En un momento dado, Jaime pide a Henar bailar un tema lento. Algo tímida, la secretaria acepta sin saber si está haciendo lo correcto: es su jefe.

Aunque acaban de conocerse, es evidente que entre los dos jóvenes existe una gran atracción y de una balada pasan a otra. A los dos se les pasa la tarde volando.

Ajeno a lo que siente por él, Jaime trata a Nuria como una amiga y le cuenta sus sentimientos: “Estos primeros días de libertad son duros, pero al menos tengo una nueva ilusión…”.

También Fionna y César están pasándoselo muy bien. El capataz y la profesora han congeniado aunque entre ellos no existe más que amistad.

Como siempre, Pelayo pone todo de su parte para que la fiesta sea un éxito y no para de bailar. Orgulloso de su nieta, los dos salen a la pista a bailar un pasodoble.

Mientras se celebra la tómbola de los electrodomésticos de los Novoa, Manolita se pasa toda la tarde obsesionada con la idea de estar otra vez embarazada. La mujer no se atreve a decírselo a nadie.

Alba llama a Marta para decirla que ha venido Rafael. “Quiere saludarte”, asegura. A la vez, aparece por la plaza Alonso, dispuesto a pasar una agradable velada con su prometida.

Rafael no puede evitar que cada vez que ve a Marta le vengan a la mente los buenos momentos que vivieron cuando salieron juntos hace muchos años.

Rafael y la mayor de los Novoa salieron en el adolescencia y, tras su ruptura, ahora él mantiene una relación con Alba. En el fondo, Castillo la ve como una cría, pero le sirve para seguir cerca a la que en realidad es su amada.

Alonso y Rafael se presentan como si nada. El primero está tan seguro de su amor por Marta que jamás sospecharía que ella pudiera sentir todavía nada por su exnovio.

Alonso se muestra feliz con su compromiso. De momento, nada le hace sospechar que entre Rafael y su prometida, Marta, hubo hace tiempo algo más que amistad.

Rafael tiene que ser testigo mudo de la complicidad entre Alonso, el marqués de Madrigales, y Marta. Como no puede mostrar su disconformidad, se da la vuelta y piensa en otra cosa.

María consigue que Marce firme la autorización para que su hija trabaje en el King's Club. Aun así, la advierte lo complicado que es sacar un negocio adelante.

Rafael discute con Maroto para que siga utilizando el bar como tapadera y más cuando uno de los hombres que hacía de correo clandestinos ha tenido un accidente.

Finalmente, Rafael se reúne con María para organizar la apertura del nuevo local que pretende ser el lugar de encuentro de los jóvenes y no tan jóvenes vecinos del barrio. El Café Reyes ya es historia y ha dejado paso al King's Club.

Manolita confirma que está esperando un bebé pero de momento prefiere mantenerlo en secreto. ¿Acaba de casar a una hija y ahora va a tener otro?. La idea le parece una locura.

El delicado tema también se comenta en el piso de los Novoa, aunque de forma muy diferente. Félix se culpa de lo ocurrido ante Alonso. “Jamás me lo perdonaré. Jaime ha perdido su juventud por un error mío”, miente para encubrir a primogénita.

Marta aparece y asiente las palabras de su padre, perdiendo una oportunidad de oro de sincerarse con su novio antes de convertirse en marido y mujer

A la mañana siguiente, el barrio retoma la normalidad y Quintero va a su despacho muy temprano. Sin buscarlo, descubre la carta que Félix entregó a Salgado, donde incrimina a Marta en el fraude de las patentes. El abogado espera a Nuria y la interroga seriamente: “¿De dónde ha salido este papel? Pone en un gran dilema a la empresa”. Nerviosa, la joven decide romperlo en mil pedazos y evitar un mal mayor.

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