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Vivir en soledad su pena ha ayudado a Candela a recuperar la serenidad.
También las atenciones de Julieta y Consuelo, que han ido a verla todos los días.
Durante sus visitas, ambas han aconsejado a la confitera sobre la situación de su matrimonio y el paradero de su hijo.
Más tranquila, ata cabos sobre la desaparición de su hijo y empieza a sospechar de Venancia.
El juicio a Saúl se desarrolla como Fancisca esperaba, ya que el chico le permite presentar pruebas falsas y es declarado inocente.
De regreso a la Casona, Saúl es recibido por todo lo alto. Aunque agradecido, solo piensa en ver a Julieta por lo que, con ayuda de Prudencio, logra escapar para visitar a su amada.
Pero su felicidad se tiñe de amargura cuando Julieta rechaza sus besos y le comunica que ha decidio romper su relación. No imagina que es el precio que pagó.
Saúl llega destrozado a casa y le cuenta lo ocurrido a su falsamente sorprendido hermano mientras Consuelo intenta animar a su nieta.
Como no tiene dinero para saldar su deuda con Vicente, Nazaria le propone llevar a cabo un robo y él acepta.
Ajeno a esto, Mauricio nota raro al empleado y se lo comenta a su esposa. “Mientras trabaje bien y no dé problemas, eso no importa”, rseponde ella para zanjar el asunto.
Pero no lo consigue. El capataz finalmente le cuenta a Francisca que el primo de su esposa está en Puente Viejo trabajando para ella. La señora se enfada y le exije explicaciones a Nazaria.
Tras salir airosa de la situación, la criada se enfrenta a su marido por romper el acuerdo al que habían llegado. Luego, se cita con Vicente para poder estudiar el modo en que van a proceder.
Tras convencer a Consuelo de que le revele el paradero de Candela, Adela ve a su amiga, a quien anima a volver a casa.
Lo hace horas después para alegría de Severo. Todos comprueban que la mujer se siente fuerte tras su retirada.
Emilia y Adela también se percatan que se muestra distante con Venancia. Tras saber el motivo, prometen a Candela ayudarla a desenmascararla.
Aunque lo han mantenido en secreto, al final se descubre qué hacen Dolores y Tiburcio por las noches: dulces que llaman huesos de santo.
Congraciados con el hombre, Hipólito y Onésimo interceden por él para que Raimundo lo contrate, pero la señora se opone.
Alfonso visita a Severo y Carmelo después de saber que el ebanista y su esposa, que no podían tener hijos, se han paseado con un niño en brazos.
Antes de alegrarse ante la posibilidad de que sea Carmelito, ambos acuerdan recurrir a don Anselmo para que averigüe más sobre la situación de este niño.
Con ilusiones renovadas, el joven visita a su amada y le dice que no piensa perderla. Minutos más tarde se lo repite a Francisca quien le asegura que no se interpondrá más.
Sin embargo, acto seguido presiona a Prudencio para que impide la reconciliación de la pareja.
Nazaria se emplea a fondo para averiguar dónde guarda su marido los ahorros pero fracasa. Vicente, ansioso por cobrar, discute con ella.
Justo en ese momento llega Mauricio y ambos callan para que no los descubra.
En la casa de comidas, Julieta se pone nerviosa cuando unos periodistas llegan preguntando por ella. Emilia se da cuenta y junto a Marcela logra que salgan sin que la vean.
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