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Carmen revela a Diego que Úrsula va todas la noches, a escondidas, a un convento cercano.
Harta del trato vejatorio que ha recibido por parte de la señora durante tanto tiempo, la criada confiesa a Riera que no ha tenido más remedio que traicionarla. “Ella es la culpable de todo”, dice a su novio.
Acompañado de su hermano, Diego acude al lugar mencionado y allí se encuentran el llamador de ángeles de Blanca. “Moisés está vivo y solo Úrsula sabe dónde está, pero el problema es cómo decírselo ahora a Blanca”, comentan sorprendidos a Felipe.
Para encontrar al niño, deciden seguir los sabios consejos del investigador Riera: hablar con el médico del hospicio y con una joven que lo ayudaba.“Úrsula tendrá su merecido”, le jura a Carmen.
Servando aprovecha la ausencia de los Palacio para ocupar su casa y vaciar su despensa. Poco a poco, todas las criadas van sumándose a la “vida de señoras”.
Tras el escándalo del beso de Flora y Paquito, Servando recomienda al sereno que cuente toda la verdad, pero el hombre no está dispuesto a traicionar a la chocolatera.
Íñigo, también muy afectado, sugiere a su hermana que procure ser más prudente, ya que Paquito podría perder su trabajo.
Sin embargo, la joven descubre que fue el Peña quien la delató.
Hastiada de las falsas acciones y las mentiras de la santera, Leonor convoca una reunión para desenmascararla, pero no consigue convencer a Susana ni a Celia. Más tarde, pone una grabación a los vecinos del barrio en la que Cristina reconoce al fin que es una impostora y que Úrsula la buscó para sus turbios fines.
Antes de que sea demasiado tarde, la mujer se reúne con Leonor para revelarle el plan para el que fue contratada.
Arturo ha decidido operarse de cataratas, pero el doctor no se lo recomienda ahora.
El coronel está cada vez más arisco e insoportable y Silvia no sabe cómo ayudarlo a salir de ese duro bache. “Lo mejor para todos es que deje la comisión enseguida”, le recomienda Esteban.
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