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Después de leer el telegrama de María dirigido a la
Montenegro, Fernando parece encontrar respuesta a sus
inquietudes e intenta provocar a Raimundo, que aguanta el envite.
Más tarde, el joven proporciona una pista a Julieta sobre Saúl, obtenida tras hablar con los guardas sobornados en la huida. A cambio le exige que le siga el juego con Prudencio…
Esa noche realiza comentarios picantes durante la cena que sonrojan a la muchacha y que hacen creer a su marido que le es infiel.
“Si no te gusta parecer un cornudo consentido, no lo permitas”, le contesta ella cuando él le exige una explicación.
A la mañana siguiente, Julieta y Raimundo hablan sobre Mesía pero ninguno revela al otro sus planes respecto a él aunque sí reconocen que deben tener cuidado.
Poco después, Ulloa sigue a Fernando hasta un hospital creyendo que él no se percata.
Sin embargo, no es así y cuando se cuela en el edificio alguien lo secuestra.
Aun así, Julieta sigue sus instrucciones y registra el baúl
de Prudencio, donde halla las pruebas que ansiaba. Mauricio, por su parte, comenta a Fe su preocup ción por el señor.
De vuelta en La Casona, Mesía justifica su ausencia pero todos sospechan.
Atormentado por la marcha de Elsa, Isaac confiesa a don Anselmo que Antolina está embarazada y que él es padre de la criatura que espera. El cura entiende entonces la huida de la joven y pide a Consuelo que lo ayude a buscarla. No hace falta porque Fe llega y les comunica que está con ella.
Los Mirañar discuten en el colmado por la programación de la emisora de radio cuando entra una señora. Se llama Guillermina y pregunta por un tal Armando.
A la mañana siguiente, Tiburcio y Dolores se quedan de piedra al ver a la mujer acercarse a don Berengario y llamarle marido. El cura la trata como si estuviera casado con ella porque cree que no está en sus cabales, pero
la dueña del colmado piensa que oculta algo…
Pasan los días y Adela no sale del coma. Carmelo, Irene y Severo se relevan para no dejarla sola, pero se descuidan un momento que aprovecha Basilio,
Es el exnovio de su amiga de Barcelona que trata de colarse disfrazado de médico y acabar con ella. Por suerte, llegan a tiempo de impedirlo.
Matías y Marcela dan cobijo a Elsa por sugerencia de Consuelo. Una vez instalada, la chica va a recoger sus pertenencias a casa de Isaac, donde la recibe Antolina con ellas en la puerta.
Ambas mantienen una fuerte discusión plagada de reproches y rabia. Elsa regresa a la pensión dispuesta a irse de Puente Viejo y a Isaac, que va a verla, le deja clara su postura: “No hay explicación alguna que justifique tus actos”.
El joven se marcha con el corazón hecho pedazos y las palabras de don Anselmo no ayudan a recomponerlo: “Debes casarte con Antolina, no puedes dejarla desamparada”.
Para asegurarse de que así sea, la mujer tiende una trampa
a los enamorados utilizando a Marcela. Dice a esta que convenza a Elsa para que vaya a verla a las siete de la tarde y explicarle lo mucho que lamenta la situación.
Así, la chica llega en el momento en que la que creía su amiga se abraza a Isaac y le habla de lo felices que podrían ser criando a su hijo juntos. Sorprendida y destrozada, sale corriendo…
Sin revelar a Prudencio las intenciones de Julieta, Mesía le advierte sobre ella: “Deberías mantener lo ojos abiertos, por lo que pueda llegar a pasar”.
Mientras tanto, la muchacha tiene un encuentro con su abuela que parece una despedida…
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