Jude Law: "Me paso el día achuchando y abrazando a mis hijos"

Es muy temprano en el centro de Toronto, en Canadá. En la suite 921 del hotel Park Hyatt nos espera Jude Law. El actor presenta "Anna Karenina", su última película, en la que comparte protagonismo con Keira Knightley. De sus inicios en el cine, su familia y su carrera nos habla en esta entrevista.

-¿Es cierto que el nombre de Jude se debe a la canción "Hey Jude" de Los Beatles?
-Por la canción de Los Beatles y por el libro "Jude the Obscure".

-¿Tus padres te llevaban al cine?
-Sí, mi padre me llevaba a ver películas como "Rocky" y con mi madre iba a ver películas completamente distintas, como "Padre Padroni".

-¿Es verdad que tus padres tenían una escuela de teatro en Francia?
-No, esto es una confusión. Los dos eran maestros en Londres, pero se jubilaron hace 20 años y se mudaron a vivir a Francia. Antes habían vivido allí seis meses y formaron pequeñas compañías de teatro, pero nada más. No tenían una escuela.

-¿Qué opinaron cuando decidiste dejar los estudios para ser actor con 17 años?
-Para ellos estaba bien. Me apoyaron muchísimo y aceptaron mi decisión de dedicarme a la interpretación, así que dejé la escuela para empezar una telenovela en Inglaterra.

-¿Fue una decisión difícil?
-No fue tan terrible (risas).

-¿Por qué no intentaste compaginar el trabajo con los estudios?
-Porque sabía hacia dónde quería ir en mi vida. No es que no me gustara estudiar, lo disfrutaba y habría ido a la Universidad, pero me surgió esta oportunidad en televisión y también me ofrecieron una obra de teatro. Y el teatro es algo que siempre me encantó. En el teatro trabajé casi unos cuatro años, hasta que me llevaron a Broadway.

-¿Hablando de estudios, crees que la televisión hoy es la escuela que antes solía ser el teatro?
-No, en ese sentido creo que el teatro siempre va a ser la mejor escuela.

-¿Qué momento de tu carrera cambió tu vida?
-Tal vez las películas "El talento de Mr. Ripley" y "Gattaca".

-¿Cómo recuerdas las dos nominaciones a los Oscar?
-Las dos tuvieron un gran efecto en mi carrera. Me sentí realmente afortunado. Y por supuesto, si volviera a suceder otra vez, sería maravilloso, pero yo no elijo mis papeles pensando en ello, porque entonces sólo terminaría tomando decisiones equivocadas.

-¿Ganar el Oscar equivale a un título de nobleza en Hollywood?
-Supongo que sí, pero hay una lista increíble de actores que no lo ganaron y grandes películas que tampoco fueron premiadas con el Oscar.

-En este punto de tu carrera, ¿te gustaría ganar la estatuilla?
-No sé si ya me interesa. Pero si la ocasión se presenta, sería bastante excitante. Además, ya he pasado por situaciones similares en otros países y festivales de cine donde me han premiado sin tener en cuenta que yo nunca he ganado un Oscar.

-Tienes cuatro hijos, ¿eres un padre muy estricto?
-Soy un gran creyente de la disciplina. Yo crecí en una familia llena de amor, en la que sabía lo que podía hacer o no. Los niños necesitan algo así, aunque tampoco puedo dejarles tranquilos, me paso el día comiéndomelos a besos y abrazándolos. Por suerte, todavía no les molesta.

-¿Llevas a tus hijos a ver tus propias películas?
-No, eso no lo hago tanto. Solamente les dejo ver ciertas películas, especialmente a mi hijo mayor, que tiene 16 años. Le interesa mucho el cine y a veces le recomiendo alguna película de la que me siento orgulloso. Los más pequeños sólo han visto "Inteligencia Artificial", porque está bien para su edad, y las versiones de "Sherlock Holmes".

-Ahora vas a estrenar "Anna Karenina", ¿has visto otras versiones de esta historia?
-No. El guionista Tom Stoppard y Joe Wright, el director, han creado una versión tan apasionada que no me pareció necesario.

-¿Tener al lado a Keira Knightley ayudó?
-Sí, Keira es extraordinaria. Yo siempre la traté como a esta jovencita ingenua de la película. Uno se olvida de que ya hizo 30 películas, es toda una profesional. Compartimos escenas muy intensas y ella trabajó muchísimo a lo largo de todo el rodaje. Ya éramos amigos de antes y, claro, así todo es mucho más fácil.

-En la película estás irreconocible y totalmente caracterizado, ¿cómo fue la transformación?
-(Risas). Bueno, sí. El cine es un arte muy visual y se puede conseguir bastante con una simple apariencia. Me encantó jugar con los pequeños detalles como las uñas, el color de la piel y la falta de pelo, porque lo hacía más serio. Por eso es siempre excitante buscar nuevas direcciones y probar un 'look' diferente.

-Acabas de cumplir 40 años. ¿Te preocupa el paso de la edad?
-No sé si me preocupa tanto como los diez años que cumplió mi hijo hace poco (risas). Yo ahora siento que tengo la oportunidad de cortar las cadenas. La década de los 40 es bastante emocionante, porque los roles son más maduros, se concentran más en la actuación, sin prestarle demasiada atención a la fama. Es el estilo de trabajo que siempre me interesó.