Charlene de Mónaco, la princesa triste

Charlene Wittstock es cálida, serena y discreta. Tiene un alto sentido de la responsabilidad y físicamente es bellísima. Mide 1,77 mt. de estatura y posee un rostro angelical, pero en carácter y personalidad es totalmente opuesta a Grace Kelly.

Hay grandes esperanzas  para que se convierta en la sucesora de su fallecida suegra en cuanto a potenciar y convertir el Principado en el espejo del mundo, pero a día de hoy eso parece imposible.

El carisma y la personalidad de estas dos mujeres son como el día y la noche. No por ello hay que criticar a Charlene. Simplemente hay que aceptar que las personas no somos iguales. De hecho, ni siquiera Carolina es la sustituta de su madre.

De raíces alemanas, Charlene vino al mundo en Bulawayo (Zimbabue), donde residió hasta cumplir 12 años. A esa edad se trasladó con la familia a Benoni (Sudáfrica), para que pudiera potenciar su carrera de nadadora profesional.

Hija de Kennet Wittstock (director comercial) y Lynette Humberstone (profesora de natación) heredó de su madre la afición por este deporte, que comenzó a practicar a los 3 años. A los 8 ya destacaba como gran figura de la natación.

Charlene es la mayor de tres hermanos. Le siguen Gareth y Sean. A los 18 años ganó el campeonato de Sudáfrica y logró 3 medallas de oro en la Copa del Mundo de 2002, además de un gran número de campeonatos nacionales e internacionales. Se retiró en 2007 tras sufrir una lesión en un hombro.

Crecer en Sudáfrica hizo de ella una persona con un gran sentido de la solidaridad. Desde niña se dedicó a enseñar a nadar a compañeros sin posibilidades económicas y a disminuidos físicos y psíquicos.

Colabora muy activamente con la Fundación Nelson Mandela. Desde su enlace con Alberto de Mónaco recaen sobre ella mantener y potenciar las obras sociales iniciadas por Grace Kelly.

Al príncipe Alberto de Mónaco le conoció en el año 2000 en el Baile de la Cruz Roja, al que fue invitada tras participar en el Encuentro Internacional de Natación Marenostum. La pareja hizo pública su relación en 2006, durante los JJ.OO. de Invierno de Turin.

En junio de 2010, durante los esponsales de Victoria de Suecia, Alberto le pidió matrimonio. Al regreso a Mónaco, el Príncipe presentó a su prometida y posaron juntos en su primera foto oficial.

En julio de 2010 se tomó esta divertida foto de Charlene bailando con Alberto y Carolina de Mónaco en una fiesta. Eran tiempos de risas y diversión.

Para poder casarse con el Príncipe Alberto renunció al protestantismo y abrazó el catolicismo. Aprendió francés, historia de Mónaco y de protocolo, clases, estas últimas que le impartieron el chambelán de palacio y Virginia Gallie, la dama de honor de Carolina.

El 1 de julio de 2011 la pareja salió al balcón de palacio para besarse ante el pueblo monegasco. Acababan de contraer matrimonio civil en el salón del trono.

Durante su noviazgo el protocolo le impedía salir al balcón y participar junto a la familia real en las festividades de Santa Devota y del Día Nacional.

El vestido de novia, firmado por Armani, su diseñador de cabecera es de línea fluida, en 'duchese' de seda blanco roto, con dos colas. La segunda de tipo sirena.

El diseñador adornó el traje con bordados de ramas con flores y usó para los detalles más de 30.000 piedras con reflejos dorados, cristales Swarovski y lágrimas de nacar. El velo, en tul de seda blanco llevaba una capa frontal y un bordado a juego con el ramo de flores, también creación de Armani.

Charlene del brazo de su marido, no puede contener las lágrimas. Durante toda la ceremonia religiosa, que se llevó a cabo en el patio de honor de palacio, su rostro reflejó  una inmensa tristeza. Algunos medios publicaron que había estado a punto de ser una novia a la fuga, ya que el día anterior a la boda trató de escapar del Principado. El príncipe Alberto lo ha desmentido en varias entrevistas.

Los invitados lanzaron a los recién casados miles de pétalos de rosas blancas. Alberto II lució el día de su boda el uniforme de gala de verano de coronel del Cuerpo de Carabineros del Príncipe. Charlene, al igual que Grace no tuvo acceso a las llamadas joyas de pasar.

En la ceremonia civil lució el collar 'Cascada infinita' compuesto de seis hilos ondulados, en los que van engastados 1.237 diamantes y seis enormes perlas.

En la boda religiosa se adornó el pelo con la tiara 'Espuma de diamante', que le prestó la princesa Carolina. Se trata de una joya que representa la cresta de una ola rompiendo en una playa. Es asimétrica, lleva engastados diminutos brillantes y once grandes diamantes de talla pera, que se expanden como un ramillete.

La otra joya que recibió con motivo de su enlace es la diadema “Océano”, creada por Van Cleef & Arpels, que puede utilizarse como collar. Diseñada con diamantes y zafiros de distintos azules recuerda al mar y sus olas.

Alberto con sus hermanas Carolina y Estefanía y Ernesto de Hannover expareja de Carolina. Tras ellos, la imagen gigante de Grace Kelly, la estrella de cine y posterior princesa, que convirtió el Principado en un cuento de hadas, donde convivían héroes y villanos, muy glamourosos y millonarios.

La actriz Joan Collins entre Alberto y Charlene. La actual princesa consorte procede de una familia de clase media, convivió 13 años con el apartheid creció en Sudáfrica un país subdesarrollado entonces e hizo de la natación su profesión.

Grace Kelly nació en Filadelfia (Estados Unidos), en el seno de una familia adinerada (a su padre se le conocía como el rey del ladrillo) y brilló en el Principado tanto o más que como en el firmamento de Hollywood. Las comparaciones son odiosas y en algunos casos, más.

Su familia dice que la princesa es una mujer sencilla, terrenal, decidida, caritativa y humilde. Ella lo confirma diciendo “sé quien soy y de donde procedo. Nunca me voy a olvidar de ello”.

Vistiendo un modelo de Akris en la cena previa al enlace de la princesa Magdalena de Suecia con Christopher O’Neill.

Este segundo modelo de Akris lo lució en la boda de la princesa Magdalena de Suecia. Charlene solo acude a los acontecimientos sociales donde su inasistencia sería inexplicable.