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En las distancias cortas Ana Torrent es cercana y sonriente, una imagen que dista mucho de la que ha dado durante años en pantalla: desde Cría cuervos hasta su último rodaje, El expediente, una historia sobre fenómenos paranormales. Ahora en Amar…, muestra cada tarde su lado más amable y maternal.
¿Es tu primera serie diaria?
Sí, y por eso cuando me propusieron entrar me dio incluso un poco de miedo por el ritmo. Era consciente de que suponía un cambio de vida.
¿Qué te animó a aceptar?
Me apetecía la televisión pues era algo diferente para mí. Solo había hecho una serie hace ocho años (U.C.O.) y algún capitular.
¿Cómo va la experiencia?
Muy bien. Desde el primer día vivo en una sorpresa constante y todo me llama la atención. Ni los actores sabemos hacia dónde van nuestros personajes porque los guionistas les dan la vuelta cuando quieren. Se trabaja al milímetro y creo que mejor no se puede hacer. Esto no funcionaría sin un gran equipo.
¿Conocías a algún compañero?
A Miguel Ángel Muñoz (Alonso) de la película El palomo cojo, de Jaime de Armiñán. Y con mi ‘marido’ Nancho Novo (Félix) he coincido en varias ocasiones, pero nunca en un plató.
¿Qué destacas de tu personaje?
Lo que más me gusta de Rosalía es la paz que transmite. Es una mujer que evita los conflictos y lleva su vida sin rencores.
¿Cómo te ves caracterizada?
Muy cambiada. Yo jamás me maquillo ni llevo joyas y aquí voy llena de diamantes y oros (risas). Por la mañana vengo en zapatillas de deporte, vaqueros, con la cara lavada… y me transforman. Por mi forma de ser tampoco me pegaría que me pusieran algo demasiado recargado y el director [Eduardo Casanova] lo ha respetado.
Comenzaste siendo una niña. ¿Ha sido difícil mantenerte?
Es cierto que empecé por inercia e iba surgiendo un rodaje tras otro. Seguía un poco porque me llamaban y fue a los 18 años cuando decidí marcharme a Estados Unidos a recibir clases de interpretación. Entonces descubrí realmente la profesión de forma voluntaria, vi lo que era, entendí bien lo que quería y decidí continuar por este camino.
¿En qué ha cambiado la profesión?
En mil cosas, pero yo creo que he sabido adaptarme bien a los tiempos. Ahora el cine tiene mucho más que ver con la televisión, pues las cadenas lo apoyan, e internet también ha supuesto una revolución en el sector.
¿Te manejas en las redes sociales?
¡Qué va! Soy un poco desastre y, de momento, no tengo ninguna. Sé que debería y estoy en ello porque pueden ser muy útiles para los actores.
¿Tienes un trabajo favorito?
Puede que Tesis o Yoyes sean los más conocidos por el público, pero yo guardo un cariño especial por Carta a Eva, de Agustí Villaronga. También disfruto haciendo teatro. Y algunos rodajes los recuerdo por el ambiente que hubo en ellos.
¿Seguías Amar es para siempre?
Veo poca televisión. Tengo una hija de ocho años, Sofía, y sus horarios son incompatibles con los de esta novela, pues justo está saliendo del colegio. Tampoco te creas que por la noche me pongo delante de la pantalla, salvo para ver a mis compañeros.
¿Te habían hablado de ella?
Claro, ha pasado tanta gente… Siempre decían cosas buenas y he comprobado que era verdad: en esta novela se respira una energía mágica y especial.
Lee la entrevista completa en la revista Telenovela.
Con Eduardo Noriega y Fele Martínez en Tesis.
En El espíritu de la colmena, con Fernando Fernán Gómez.
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