Abrazar las energías renovables resulta imprescindible para cuidar nuestro Planeta. Es una energía limpia e inagotable que no produce gases de efecto invernadero, uno de los problemas medioambientales más grandes al que nos enfrentamos. Afortunadamente, el uso de las renovables crece cada año. Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), la participación de las renovables en el suministro eléctrico global pasará del 26% en 2018 al 44% en 2040. Estas energías proporcionarán dos tercios del incremento de la demanda eléctrica, sobre todo a través de las tecnologías eólica y fotovoltaica. Desde Naturgy nos apuntan los grandes beneficios que aportan estas energías. Toma nota:
- Son infinitas: Al contrario que las fuentes de energía tradicionales, las energías limpias son inagotables: si hay sol -donde tienen su origen-, hay energía, y además se adaptan a los ciclos naturales.
- Reducen la dependencia energética: Al tener su origen en la naturaleza, pueden encontrarse prácticamente en cualquier parte. Solo tiene que haber sol, viento, agua, materia orgánica... El hecho de que las energías renovables sean un recurso endógeno, es decir, que la energía sea local y no haya que importarla de lugares lejanos, es un factor valioso
- Mejoran la calidad del aire: Los gases contaminantes tienen efectos directos nocivos para la salud (se sabe que contribuyen al cáncer, al asma y a las alergias, entre otros), por lo que las energías renovables, al no producir combustión, mejoran la calidad de vida. Además, esto permite que puedan ahorrarse millones en gasto sanitario.
- Control del precio: Las energías renovables contribuyen a la estabilización del precio de la energía, puesto que no se depende de proveedores externos que pueden alterar dicho precios
- Generan empleo: Contribuyen al desarrollo económico del medio rural y a la cohesión territorial en zonas con retos demográficos, donde las oportunidades de empleo aumentan con estas energías, ya que no usan tecnologías tan mecanizadas y automatizadas como las usadas para generar energía con fuentes fósiles.
2050, el año de la neutralidad de carbono
La descarbonización es el proceso de reducción de emisiones de carbono, sobre todo de dióxido de carbono (CO2), a la atmósfera. Su objetivo es lograr una economía global con bajas emisiones que consiga la neutralidad climática a través de la transición energética.
Los retos Naturgy con las energías renovables
La compañía es consciente del reto global que plantea la lucha contra el cambio climático y, por ello, han transformado y reorientado su negocio hacia la transición energética. ¿Cómo? A través de una estrategia basada en el impulso de las energías renovables y un modelo de negocio sostenible que contribuye a los retos sociales y ambientales que enfrenta la humanidad.
Gas renovable, muy necesario
Según nos explican desde Naturgy, para combatir el cambio climático es imprescindible centrarse también en los gases renovables, como el biometano o el hidrógeno, que permiten llevar la descarbonización a sectores difícilmente electrificables como, por ejemplo, el sector del calor industrial o algunas aplicaciones de transporte. En España se calcula que un 40% de las emisiones de CO2 no tienen alternativa electrificable, para las que los gases renovables ofrecen la alternativa más eficiente.
María Larrocha es experta en cine, música, libros y temas relacionados con ecología y sostenibilidad. Y sobre todo, redactora de noticias del corazón, mundo en el que lleva con mucho orgullo desde 2004. ¿Quién no se relaja leyendo el día a día de nuestros famosos? Ahora disfruta escribiendo sobre las ‘celebrities’ en Diez Minutos, donde también te cuenta los planes que no te puedes perder o cómo poner nuestro granito de arena para hacer un mundo mejor.
Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, empezó en la sección de Cultura de La Razón, para después trabajar en la radio, recalar como correctora en El Mundo durante unos meses y marcharse un año a Inglaterra para perfeccionar el inglés. De vuelta a Madrid aterrizó en la revista Qué me dices!, dónde aprendió que se puede hacer periodismo sin perder el sentido del humor.