Mucha pasión, mucha provocación, amor y sexo han rebosado por los casi 200 relatos eróticos recibidos en nuestra redacción para participar en la III edición del concurso de relatos eróticos 'Muerde la manzana' que, un año más, ha organizado Gleeden, y la revista Diez Minutos. Muchas gracias a todos los lectores por su esfuerzo y creatividad. Tras una larga deliberación del jurado, el ganador/a es la persona con pseudónimo 'Ada Sillero' con su relato 'Los mundos de Chloe'. El finalista ha sido 'Tenorio Saint Moritz' con su relato 'La inspección'. ¡Enhorabuena a todos los participantes!

'Los mundos de Chloe': el relato ganador

Oigo como me llamas según avanzas por el pasillo. La dulzura de tu voz torna a principio de enfado debido a mi silencio, pero es que quiero que todo sea una sorpresa.

He salido del baño y aún con la toalla liada al cuerpo, sentada en el filo de mi cama, espero que entres en mi habitación. Estoy deseosa por verte, por besarte, por oler ese suave perfume que de manera natural desprende tu suave piel, por acariciar los rizos de tu pelo que ya sabes que es algo que me encanta, te echo de menos y deseo que llegues cuanto antes para poder disfrutar de ti. Los recuerdos de lo que vivimos la pasada noche, amándonos como nunca antes habíamos hecho, hacen que comience a excitarme. El sabor de tu boca, palpar la humedad de tu entrepierna, oprimir tus senos turgentes y redondeados, pellizcar levemente los pezones y hacer que se ericen y endurezcan. La reminiscencia de tu cuerpo pegado al mío dándonos amor y placer hace que mi sexo palpite de deseo y pasión por ti.

Al abrir la puerta preguntas qué hago, por qué no contesto, pero mi mirada de deseo te deja bastante clara mi intención. Como respuesta recibo esa pícara sonrisa con la que conseguiste enamorarme desde el primer momento en que te vi. Las dos sabemos lo que queremos y cerrar la puerta tras de ti es la contestación a que ambas deseamos lo mismo.

Me pongo de pie y con un insinuante y leve movimiento de hombros consigo que la toalla que me cubre, caiga al suelo ofreciéndote mi cuerpo desnudo. Me acerco a ti y agarro tu mano y guío hasta mi cama. Hago que te tumbes y como a cámara lenta te voy desnudando. Desabrocho tu blusa, esa que sueles ponerte y que te sienta tan bien. Asoman tus pechos que me enloquecen y no puedo evitar las ganas de besarlos, lamerlos y que mi lengua juguetee con tus erectos pezones. Sé que te gusta por el gesto de placer de tu cara, lo que me excita aún más y me provoca más ganas de continuar saboreándolos.

Sentada a horcajadas sobre tus piernas desabrocho el pantalón. Quiero quitártelo y me ayudas a hacerlo elevando ligeramente tus caderas. Te dejo completamente desnuda y me regodeo contemplando tu hermoso cuerpo. Humedeces tus labios con tal sensualidad, que provocas que un tremendo latigazo de placer recorra mi cuerpo encendido deseándote más que nunca.

Vuelvo a masajear tus pechos y los cubro de pequeños y rápidos besos abriendo camino hacia tu sexo que ardo en deseo de probar y conseguir que explotes en un intenso orgasmo.

Sé que lo que estoy haciendo te gusta por los gemidos que salen de tu garganta y no puedes, ni quieres controlar. Tu espalda se arquea por el placer de notar mi lengua dentro de tu sexo. Me separo un poco para poder ver bien cómo introduzco mis dedos en tu vagina, lo que me resulta bastante fácil gracias a tu humedad. Entro una y otra vez en ti. A cada movimiento el gozo y el deleite nos inunda por igual. La excitación es máxima. Me pides que siga, gimes, suspiras, la habitación se llena de hechizo, de magia, de placer. Comienzo a sentir que el calor se va acumulando sobre mi sexo. Quiero explotar de gozo y hacerlo en el mismo momento que tú lo hagas, por lo que al mismo tiempo que continúo entrando en ti me giro ofreciéndote mi sexo, colocándome sobre ti para que tú hagas lo mismo conmigo. El momento álgido está llegando, el movimiento a cada segundo que pasa es cada vez más rápido, el gozo me invade, el placer te envuelve. Ya no puedo más, tú no puedes soportarlo por más tiempo y un inmenso, titánico y placentero orgasmo me recorre todo el cuerpo. Cierro los ojos para poder sentirlo aún más profundo. Noto como si flotase, como si el cuerpo no me perteneciese, estoy completamente enamorada de ti, te quiero, te deseo y nada me gustaría más que poder tenerte siempre a mi lado y hacerte sentir como ahora, hacer que miles de orgasmos llenen tu hermoso cuerpo...

-¿Se puede saber qué te pasa? ¡Chloe! ¿Te encuentras bien?, pregunta. Martina, enfadada desde el quicio de mi habitación.

-¡Eh! ¡Ah, perdona! ¿Para qué me querías? Intento disimular mi actitud.

-¿Has terminado ya en el baño? Tengo una cita en media hora y tengo que arreglarme.

-Sí. Ya he terminado. Perdóname por no decírtelo. Es que... estaba pensando en mis cosas.

-Tú y tus mundos sentencia al alejarse hacia el aseo.

La quiero, la amo como nunca he sido capaz de amar a ninguna otra mujer, pero... ella no lo sabe. No he sido capaz de decírselo. Moriría de pena y dolor si por el hecho de contárselo ella me rechazara, si por contarle que estoy enamorada de ella desde el primer momento que vino a casa para compartir piso conmigo, dejase de querer ser mi amiga. No he sido capaz de abrirme y contarle mi condición sexual ni a ella ni a nadie. Me da miedo el aislamiento, el rechazo, las burlas, la incomprensión, el repudio. Sufro en silencio y vivo escondida en mi interior, donde únicamente soy capaz de dar rienda suelta a mis necesidades, anhelos y pasiones. Martina tiene razón, vivo en mis mundos, el único lugar donde consigo ser feliz, siendo yo misma.

Por: Ada Sillero

gleeden ilustración
Gleeden


'La inspección': el relato finalista

Me llamo Sonia. Lo poco que vi aquella noche hizo que me sintiera viva. Mi matrimonio estaba algo tocado y una idea loca, no paraba de rodar por mi cabeza.

Los dos somos guardias civiles. Ya en los 40 y con una niña de 10 años. Tenemos cierto atractivo. Muchas veces le preguntaban a él, por la guardia buenorra, y yo, en el mercado, escuché a alguna mujer, hablar del súper-guardia, refiriéndose a mi marido, Pepe. No nos molestaban esos comentarios, nos reíamos con ellos.

Nos íbamos turnando los servicios de noche, para cuidar a la niña.

Una noche, me tocaba inspección en un local, que había abierto en un polígono cercano al pueblo.

-Estoy cansada. Como soy tía, siempre me toca clubes de alterne –le dije a mi compañero, enfadada.

Llegamos y nos abrió la puerta una mujer, con un vestido transparente y lencería, de mi edad, más o menos.

-¿Es usted la madame? –preguntó Adrián, mi compañero.

-Se equivocan. Soy la dueña y esto es un club swinger.

Adrián empezó a ponerse colorado. Nos miramos sorprendidos.

-¿Quieren pasar?

No me lo pensé y entré la primera. El morbo pudo conmigo.

Se llamaba Cristina y nos dio un par de besos.

Tras pasar una espesa cortina, nos encontramos en la barra a un hombre colocando vasos.

-Cariño, los guardias quieren revisar la documentación e inspeccionar el club. Es mi marido, Juan.

-Agentes. Aquí tienen toda la documentación, -sacando una carpeta, y dándonos la mano por encima de la barra- ¿Quieren ustedes café? Porque supongo que, de servicio, alcohol, nada de nada.

Yo miré a mi compañero y asentimos.

-Café solo, por favor.

Adrián se puso a comprobar la documentación. Yo me acerqué a la cortina que había al fondo y miré a Cristina.

-Disculpe… ¿hay gente aquí? ¿Se puede pasar? –la curiosidad me dominaba.

-Hay cuatro parejas y un chico, ¿pasar? Si no se asusta, por lo que pueda ver…

Y guiñándome, abrió la cortina.

-Adelante…

Yo la seguí por un oscuro pasillo. La primera habitación estaba cerrada. Ella en voz baja, me dijo que había dos parejas dentro. Se oían gemidos y algunos chillidos de placer. No me atreví a pedir que la abriera. Llegamos a otra habitación. Tenía una ventana de cristal y se podía ver el interior, desde el pasillo.

Me acerqué. Mis ojos se abrieron como platos. Había dos parejas y un chico. Ellas estaban a cuatro patas, mientras las follaban, y el chico que quedaba, iba pasando por delante de ellas, para que le chuparan el pene.

Me di la vuelta y Cristina, acercándose a mi cara, me susurró si necesitaba hablar con las parejas o el chico. Su perfume me hipnotizó. El corazón se me iba a salir por la boca. Tenía la boca seca. Notaba muy húmeda mi entrepierna. Solo pude decir que no hacía falta, que podíamos regresar a la entrada.

Mi compañero estaba con los cafés en la barra.

-Sonia, en principio, yo no veo nada extraño en la documentación. Debería revisarla la policía local que son los competentes. Y tú… ¿has visto algo anormal?

No podía concentrarme. Algo estaba explotando en mi interior.

-Adrián, todo está correcto. –y miré a Cristina- Por favor, ¿un baño?

Me llevó a la entrada y me abrió la puerta de un aseo.

Tras entrar y cerrar, me senté en la tapa del wáter y me encogí, mordiéndome los labios. ¡Estaba teniendo un orgasmo! Fue como un rayo que recorrió mi cuerpo en un instante. El más intenso de mi vida y el más breve. En silencio disfruté de él. Dejé pasar un minuto para serenarme. Me lavé la cara con agua fría y volví a la barra.

Tras tomarnos el café, les comentamos que, si veían algo anormal en el polígono, avisaran al 062.

Nos despedimos de ellos. Nos explicaron que lunes y martes cerraban, pero el resto de días abrían, por si queríamos tomarnos alguna noche un café. Si la luz de la puerta estaba encendida, es que estaban allí.

Cristina nos acompañó hasta la puerta. Adrián ya había salido a la calle. Ella me dio un beso y el vello se me erizó. Se dio cuenta y me miró a los ojos con mucha dulzura, susurrando que podía volver cuando quisiera, que estaba invitada, sola o acompañada, deslizando en mi mano una tarjeta.

La noche pasó volando. No paraba de ver esas imágenes de la habitación. El orgasmo que tuve en el baño, me dejo un temblor interno que no se fue en toda la noche. Y yo, sin poder tocarme.

Tras terminar la patrulla, me fui a casa. Entré a ver a mi niña, que dormía. En el baño, me desnudé y me metí bajo el agua caliente de la ducha. Mientras me enjabonaba, iba recordando esos cuerpos, los gemidos de placer. Mis pezones se erizaron. Mi vulva palpitaba. Cogí la alcachofa de la ducha y empecé a recorrer todo mi cuerpo, hasta ponerla sobre el clítoris. En unos segundos, un maravilloso orgasmo me dominó. Me deje deslizar hasta el suelo, derrotada.

Tras recuperarme, me sequé. Desnuda, me acosté junto a mi chico, que dormía también así. Me deslicé bajo las sabanas, arrimándome a su espalda y culo. Al notar mi presencia, se movió más hacia mí. Empecé a tocarlo, por la espalda, el pecho, y bajé hacia su entrepierna. Estaba empalmado, duro como acero.

-Cariño… estoy muy caliente –susurré, besándole.

Él, sin abrir los ojos, se puso bocarriba y yo aproveché para subirme encima. Y directamente, ya que estaba empapada, me introduje su pene, y comencé a cabalgarlo como una amazona.

Mi chico abrió los ojos.

-Sonia… ufff… ¿y esto? ¿Te ha pasado algo esta noche? Cerré los ojos, sintiéndome otra vez, una de las chicas de la habitación.

-Cariño, por la mañana llama a tu madre, que la niña duerme con ella. Nosotros tenemos una inspección pendiente… FIN???

Por: Tenorio Saint Moritz

Headshot of Redacción Diez Minutos

 En Diez Minutos somos especialistas en cubrir todas las noticias del corazón y de la monarquía para acercarte a las vidas de todos esos personajes a los que admiras.

Descubre con nosotros la última hora de los famosos nacionales e internacionales más relevantes: sus polémicas, sus historias amorosas y familiares y sus proyectos profesionales con nuestras entrevistas, videos y reportajes. También te mostramos el día a día de la realeza, contándote con especial detalle la vida personal y familiar de nuestros Reyes: Felipe VI y Letizia y sus hijas Leonor y Sofía.

Diez Minutos es mucho más que crónica social. Queremos hacerte la vida más fácil y cuidar de ti. Por eso, publicamos una amplia selección de contenidos prácticos para ayudarte en tu economía doméstica, en la decoración de tu casa o en tu bienestar físico y emocional. También encontrarás todo tipo de noticias y reportajes sobre el embarazo y la maternidad para facilitarte este proceso de la vida.

La cocina es otra parte fundamental de esta guía práctica con la mejor selección de recetas y consejos para llevar una dieta saludable y variada. Y todo ello sin olvidarnos de los contenidos de moda y belleza que te harán estar a la última en las tendencias del momento con numerosas propuestas, ofertas y novedades.

Te lo contamos todo con la misma rigurosidad y cercanía con la que te llevamos acompañando desde hace 72 años, cuando un 1 de septiembre de 1951 la revista vio la luz por primera vez. Muchas cosas han cambiado en lo que se refiere a la parte técnica, pero lo que te aseguramos es que el equipo que forma esta redacción realiza su trabajo con entusiasmo y entrega pensando en cada uno de vosotros para que encontréis aquí el sitio ideal donde disfrutar de la vida.

El equipo digital de Diez Minutos está formado por:

Rosa Prieto: Directora digital.

Silvia Criado: Jefa de sección digital.

Magdalena Piñero: redactora digital. 

Daniel Reyes: redactor digital.

Ignacio Herruzo: redactor digital.

Nora Cámara: redactora digital.