- Las 'verdades piadosas' de Jesús Mariñas.
Concha Velasco se recupera de la operación de una hernia. Nada se le resistió, ni cine ni teatro, tampoco la tele, donde no dejó una gran obra. Ahora desmiente que, pese a rozar los ochenta, piense retirarse, nada más lejos su intención. Resistirá y peleará hasta el fin de sus días, lo tiene claro porque "no se ve" jubilada. Fue emblemática, continua presencia en los medios donde siempre impactó sin perder una sonrisa quizá exagerada. Pero era la suya y suponía una agradable tarjeta de presentación. Lo sabía y la utilizaba hábilmente quedándose con el personal a la primera de cambio.
Hizo de todo, bueno, malo y regular desde su debut como corista de Celia Gámez, donde apenas brilló. Concha lleva casi setenta años en la carrera, y no conoció bajones ni crisis salvo en su relación con Paco Marsó, que le hizo de todo. Morirá con los tacones puestos, la sonrisa permanente y unos ojos grandes, luminosos y brillantes.
'¡Mamá quiero ser artista!' fue el mejor, más redondo y duradero de sus espectáculos, que estuvo casi dos años en La Latina. Por él la recordarán acaso nostálgicos de aquella muchachita casi insignificante que fue la gran continuadora de la irremplazable Celia Gámez. No se parecían en nada salvo por carisma y el impacto que producían en el público. Aunque empezó como bailaora flamenca con Manolo Caracol, Concha también se arrimó a lo cómico, algo impensable en la histórica vedette argentina que creó “El Pichi”. Celia nunca perdió su sitio, consciente de quién era y lo que representaba, y por eso la recordamos con entusiasmo y nostalgia. Añorándola. Fue la ultima grandísima de un género que ya sólo es historia. Lástima que Concha Velasco, de irregular vida amorosa y que hace poco reveló la identidad del padre biológico de su hijo Manuel, pretenda ocupar su sitio sin acabar de conseguirlo.
Ya puede darse prisa mientras añora, nostálgica llorosa, melancólica y entristecida lo que vivió, disfrutó y padeció con Paco, la misma historia de tantos otros. Fue el amor de su vida, pero ninguno se enteró. A él le interesaba más el juego que lo arruinó varias veces, era un mala cabeza. Y se 'enamoraba' de la primera. Concha se divorció de Paco en 2005, según ella "mi único gran –¡y grande, grande!– amor".
Ya no volvió a entusiasmarse sentimentalmente. Estaba serena, como curada de espantos y los arrebatos del corazón. Se mantuvo ilusionada pero consciente de que había pasado el tiempo y ya no era la chica yeyé. No mostró inquietudes y sí una especie de inteligente resignación y recogimiento muy consciente de que nada volvería a ser lo de antes. Fue precavida y muy inteligente adaptándose a las circunstancias. Había aprendido. Lo asimiló inteligentemente y por eso no tuvo mal final.
Al pie del cañón
A sus 81 años, Concha ha visto cumplido su sueño de trabajar en teatro con su hijo Manuel. Recientemente la actriz ha tenido que suspender la obra 'La habitación de María' escrita por él, debido a una operación de una hernia.