Fiorella Faltoyano: la entrevista
-¿Por qué?
-Porque mi madre era una niña muy mimada y no valoró lo suficiente la necesidad que yo tenía de conocer a mi padre. Por soberbia.
-¿La ha perdonado?
-Sí, ahora soy capaz de perdonar a todo el mundo y además de comprender y entender las razones de todos ellos, por eso he escrito este libro.
-¿Los hijos están condenados a cometer los mismos errores que los padres?
-No, yo he sido extremadamente conservadora en mi vida personal y respetuosa hasta límites increíbles con mi hijo, porque no quería hacer con él todo lo que habían hecho conmigo.
-¿Qué significó para usted conocer al suyo?
-Fue muy importante, no sólo porque nos parecíamos físicamente sino porque por primera vez tuve la sensación de pertenencia a un lugar, a una familia. Encontré a mi padre, pero él no quiso saber nada de mí (él se casó y no tuvo hijos pero no quiso conocerla. Una vez muerto, se exhumó el cadáver y las pruebas de ADN determinaron su paternidad. No quiere dinero ni reclamar nada, sólo algunas pertenencias de su padre).
-¿Qué enseñanza sacó de esta historia?
-La incapacidad de los seres humanos para entenderse y racionalizar las situaciones. Yo, que soy madre, siempre he pensado que un hijo debe ser una prioridad en la vida de una persona.
-¿Así ha sido en su caso?
-Cuando José Luis y yo nos separamos, mi preocupación era que mi hijo no perdiera el contacto con él. Mantener ese vínculo era fundamental para que él sintiera que seguía perteneciendo a una familia.
-Cuidó a su exmarido hasta su muerte.
-Lo intento explicar diciendo que cuando yo lo estaba cuidando, lo que estaba haciendo era cuidar mi historia de amor con él, cuidar de mi hijo, de mis recuerdos, de una parte de mi vida.
-¿En los hombres ha buscado al padre que no tuvo?
-Durante muchos años sí, de joven me gustaban los hombres maduros.