Existe cierto complejo en querer convertir nuestras cocinas en lo que fueron las de nuestras madres. De manera inconsciente, buscamos que se parezcan tanto como sea posible a aquellas en la que vivimos cuando éramos niños. Colocamos la cafetera en el mismo rincón en el que ellas lo hacían, seguimos a rajatabla el riguroso orden con el que ellas organizaban el frigorífico y cómo no hablar de todas las recetas que les hemos robado.

El otro día, sin ir más lejos, recordaba que durante muchos años, mi madre había tenido a la vera del fregadero un mueble de Ikea que siempre me pareció muy práctico. Creo que era de metal, estaba dividido en tres estantes y sin embargo, era portátil porque iba sobre ruedas, por lo que podías trasladarla a su antojo hacia a un lado y otro según tu propia conveniencia.

carrito con baldas para la cocina
IKEA

Una apuesta segura para nuestras cocinas

La casualidad quiso que, en una visita al centro comercial de Leganés, descubriese en su Ikea ese mismo mueble en el que había venido pensando. Su precio estaba rebajado y por solo quince euros, me encontré con la oportunidad de hacerme con ese carrito ideal para multiplicar el espacio en casas pequeñas como la mía. Lo había en blanco, negro y azul y yo sin pensármelo dos veces, me llevé el primero a casa.

Desde el primer día se nota que es uno de esos muebles que todo te lo vuelven más sencillo. Porque tener un espacio extra de almacenaje siempre viene bien, pero en el caso de este carrito, no estorba, no recarga visualmente y, sin embargo, siempre está ahí cuando lo necesitas. Ya sea para organizar ingredientes, pequeños electrodomésticos o utensilios de uso diario, aporta una sensación inmediata de orden y control.

RÅSKOG Carrito blanco con baldas

Carrito blanco con baldas

Una de las cosas que más me gustaron entonces y replica ahora es la facilidad para moverlo. Encima las ruedas con tope consiguen que una vez colocado, se quede exactamente donde lo dejes. Ikea ha logrado recalcar esa estructura sólida, que transmite seguridad y al mismo tiempo las cuatro ruedas hacen que deslizarlo de un lado a otro sea casi automático.

Las baldas de malla aportan cierta sensación de ligereza visual y, al mismo tiempo, resultan muy prácticas. Con ellas evitas que se acumule polvo o humedad, algo imprescindible para un mueble que queremos tener en la cocina. Además, al poder ver todo de un vistazo, no tenemos esa sensación de “cajón olvidado” y se hace mucho más fácil recordar qué hemos comprado y qué podemos utilizar en los platos sin que nada caduque ni se poche.

carrito con estantes
IKEA

Bastan unos días en casa con este mueble para que te des cuentes de que lo que a simple vista era un mueble auxiliar es en realidad un aliado para cada día. Puedes llevarlo contigo mientras cocinas, acercarlo a la encimera o apartarlo cuando necesitas espacio, sin esfuerzo ni ruidos molestos. Se adapta a tus hábitos, cambia de lugar cuando lo necesitas y siempre responde.

Headshot of Juan Sáez

Juan Sáez es experto en cultura pop, crónica social y estilo de vida. Escribe acerca de fenómenos sociales y culturales bajo una mirada crítica y comprometida. Lo que Carrie Bradshaw habría sido si, en lugar de subirse a unos Manolos, se hubiera comido una caja de seis.

Licenciado en Periodismo por la Universidad Carlos III, analiza tendencias, historias y noticias desde el humor para que el lector ría y reflexione en una sola pieza. Ha colaborado en programas de televisión y crea contenido para redes, donde aporta análisis frescos e irónicos con un sello muy personal.