A las tres menos veinte de la hora local británica comenzó la procesión de la ceremonia del funeral del duque de Edimburgo, celebrada en los alrededores del castillo de Windsor, con meta en la capilla de San Jorge, donde se celebró el funeral.
En la llegada de los invitados, la duquesa de Cambridge, Kate Middleton, deslumbró acompañada de su marido, el príncipe William, con un sobrio atuendo formado por un abrigo estructurado y abotonado de altura midi, que vistió sobre un vestido negro, con medias semitransparentes del mismo color y unos zapatos de salón con tacón a juego. Además, acompañó su estilismo con su pelo recogido que adornó con un tocado negro y dos joyas que guardan tras de sí un significativo mensaje que rinde honor a otras dos de las mujeres de la familia real británica: la reina Isabel II y Lady Di.
Las joyas que la duquesa de Cambridge escogió se trataron de unos pendientes de aretes de diamantes y perlas, y el icónico collar japonés en forma de gargantilla de perlas, que ya en su día vistió Lady Di en un banquete estatal para recibir a la reina Beatriz de Holanda en 1982.
Ambas piezas pertenecen a la colección de joyas de la Reina, pero esta última, el collar, no es la primera vez que Kate lo viste, ya que lo lució precisamente en las bodas de platino de Isabel II y el príncipe Felipe, cuando celebraron sus 70 años de matrimonio.
La emblemática gargantilla que vistió hoy Kate fue un regalo de perlas cultivadas que el gobierno japonés realizó a Isabel II, quién, además, la vistió con frecuencia esta llamativa joya en la década que transcurre entre 1980 y 1990.
Un gesto que, sin duda, la duquesa repite como símbolo de cariño y afecto hacia dos de las mujeres que más marcaron la historia real británica: la abuela y la madre de su marido, en una de las fechas más marcadas en la agenda de la familia.
Paula Martíns (1993) es editora de lifestyle y cultura. Es apasionada de moverse de ciudad en ciudad y catadora confesable de cualquier cafetería y restaurante. En su tiempo libre la verás moverse entre exposiciones, en cualquier establecimiento devorando libros y probando cafés de especialidad o haciendo fotografías a las fachadas y de los rincones más secretos cualquier paraje que visite. Por la noche, disfruta bailando en los conciertos, enganchándose a toda película o serie que haya en streaming y buscando festivales de cine.
En sus artículos enseña las ciudades bajo su prisma, descubriendo detalles que no encontrarás en ninguna guía de viaje. Desentraña la personalidad de los personajes sobre los que escribe y siempre busca comunicar desde un enfoque social, derribando estereotipos.
Paula Martíns es una pontevedrea que en su afán por estudiar en una gran ciudad terminó en Cuenca, estudiando un grado en Periodismo por la UCLM. Guiada por su ímpetu viajero buscó unas prácticas en el periódico de El Ibérico de Londres y, con una beca de Erasmus + se fue a conocer Reino Unido. A su vuelta a España persiguió una de las primeras razones que le llevaron a dedicarse al periodismo: la moda. Estudió un máster en Digital Communication and marketing in fashion (sí, en inglés) en el Istituto Europeo di Design (IED) mientras trabajaba los fines de semana en aquella marca de Inditex llamada Uterqüe. Al mismo tiempo realizaba prácticas en revistas como VEIN magazine y en agencias de comunicación como OnTwice.
Con esta misma pasión por el universo textil comenzó su andadura en Harper's Bazaar España desde Madrid: primero como becaria de la edición de papel, y después como colaboradora web. Dentro de Harper's Bazaar fue la encargada de las guardias del fin de semana, community manager, y ahora es la responsable de la sección de lifestyle y cultura, aunque es multidisciplinar y también apoya al equipo de moda y celebrities. Además, como confesa workalcoholic, ocupa su tiempo escribiendo también para otros medios como ¡HOLA!, donde trata moda y lifestyle. También es coordinadora de la revista cultural de la editorial de Bamba, y realiza notas de prensa y labores de comunicación para varias agencias de comunicación. Aún hay más: ha fundado su propia revista digital de arte y cultura, llamada Kaldo magazine y ahora vive la vida nómada. Ha vivido en Pontevedra, Cuenca, Londres, Madrid, Lisboa y Barcelona.