La Comisión Europea ha anunciado su intención de adelantar un año la fecha para dejar de importar gas ruso. Esto abre la puerta a soluciones más sostenibles y autóctonas. España puede y debe aprovechar este momento para transformar residuos en energía. Pero, ¿cómo sustituir este recurso?

Desde Naturgy aseguran que la respuesta está más cerca de lo que pensamos: en el biometano, un gas verde producido con restos agrícolas, ganaderos, lodos de depuradora o basuras domésticas. Tal como explicaba la Directora de Captación de Nedgia Marta de Pablos a DIEZ MINUTOS en una amplia entrevista, el también llamado gas verde está repleto de ventajas que pueden favorecer tanto a nivel estatal como individual de cada hogar español. Además de ser una energía renovable, el biometano tiene un impacto ambiental y económico muy positivo:

planta de produccion de biometano
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  • Este gas no solo no contamina, sino que también actúa como sumidero climático, convirtiendo un problema –los residuos y sus emisiones– en una parte de la solución. Evita la liberación de metano al capturar los gases procedentes de residuos orgánicos. Recordemos que el metano es 25 veces más potente que el CO₂.
  • Gracias al biometano se puede llevar a cabo una gestión sostenible de residuos, al convertir purines, restos agrícolas o basuras en un recurso energético.
  • Este gas verde es indispensable para poder impulsar la economía circular, creando valor a partir de residuos que antes suponían un coste.
  • También aporta estabilidad de precios al generar energía dentro del territorio y mejora la resiliencia del país ante crisis energéticas, lo que amplía el margen de seguridad al generar independencia energética.
  • Crea empleo rural y dinamiza zonas agrícolas o despobladas. También atrae inversión verde y posiciona a España en el mapa europeo de energías renovables.
  • El biometano es un combustible versátil, válido para calefacción, generación eléctrica, transporte o procesos industriales.
  • Además, este gas es una pieza clave dentro del gran compromiso europeo de alcanzar la neutralidad climática en 2050, es decir, lograr que las emisiones que generamos se compensen con las que el planeta puede absorber.

Nuestra caldera no tiene que cambiarse

tecnico con una caldera
Peter Dazeley//Getty Images

Desde Naturgy nos cuentan que es importante conocer que el biometano puede inyectarse directamente en la red de gas natural, mover vehículos o generar electricidad.

La gran ventaja: no requiere construir nuevas infraestructuras. Se aprovecha lo que ya existe, lo que implica que, para recibir biometano en tu casa no hace falta que inviertas en nueva tecnología. El desafío ahora está en impulsar la regulación, simplificar los trámites y fomentar la inversión privada para que este recurso se convierta en una realidad.

Esa gran energía desconocida

tres personas reunidas hablan sobre energias renovables
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El despliegue del biometano no depende solo de tecnología o inversión: también requiere conocimiento, cultura energética y participación ciudadana.

A diferencia de otras renovables más visibles –como son la solar o la eólica– el biometano opera 'bajo tierra', a través de infraestructuras y procesos poco conocidos por el público. Esa invisibilidad hace que su aceptación social dependa en gran medida de cómo se explique y cómo se entienda.

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María Larrocha es experta en cine, música, libros y temas relacionados con ecología y sostenibilidad. Y sobre todo, redactora de noticias del corazón, mundo en el que lleva con mucho orgullo desde 2004. ¿Quién no se relaja leyendo el día a día de nuestros famosos? Ahora disfruta escribiendo sobre las ‘celebrities’ en Diez Minutos, donde también te cuenta los planes que no te puedes perder o cómo poner nuestro granito de arena para hacer un mundo mejor.   

Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, empezó en la sección de Cultura de La Razón, para después trabajar en la radio, recalar como correctora en El Mundo durante unos meses y marcharse un año a Inglaterra para perfeccionar el inglés. De vuelta a Madrid aterrizó en la revista Qué me dices!, dónde aprendió que se puede hacer periodismo sin perder el sentido del humor.