“¿Pero qué he hecho?”; ‘Acacias 38’

El desmayo de Genoveva acarrea consecuencias terribles. La mujer evoluciona bien, aunque el bebé que estaba gestando no. La paciente, tras escuchar la terrible noticia, culpa a su marido de tal desgracia y jura vengarse. Para eso se alía con Velasco. “Antes lo amé con toda mi alma, pero ahora solo quiero verlo destruido”, asegura ella llorosa.

Felipe, ignorando lo que se le viene encima, se siente tremendamente culpable por el daño que le ha causado a su esposa. Para olvidar lo ocurrido, decide ahogar sus penas en el alcohol.

Tras varias copas de licor se queda adormecido. A la mañana siguiente, se despierta semidesnudo en su cama y en compañía de su nueva criada, Laura. “¿Qué he hecho?”, se cuestiona el abogado, que no recuerda nada de la noche anterior.

Por otro lado, al barrio llega un príncipe marroquí llamado Izem. El joven hace muy buenas migas con Rosina y Liberto. Tras una agradable conversación con ellos, les propone que le vendan a Casilda, pero no como empleada sino para que se convierta en su esposa. El matrimonio se queda estupefacto sin saber qué contestar.

Ajenos a lo que sucede con su amiga, Servando y Fabiana se han enterado de que habrá un concurso de pensiones en la ciudad y deciden apuntarse. Sin embargo, hay un inconveniente: un requisito para inscribirse en la competencia es que los dueños de los establecimientos sean cónyuges. La excriada, viendo la ilusión que le hace a su socio participar, se propone ayudarlo.

Cerca de allí, Felicia se encuentra feliz tras arreglar el malentendido con Marcos y haber retomado su amistad en el punto en que la dejaron. El resto de señoras la animan a que profundice en su relación con el recién llegado y no deje pasar el amor si es que ha llamado a su puerta

No obstante, la hostelera dice no tener tiempo para romances, pues está demasiado preocupada por la vida marital de su hija Camino e Ildefonso, al que ve muy tosco y seco con la joven desde la ceremonia en la iglesia.