El regreso de Francisca

Celia da una sorpresa a sus hermanas con la llegada de Francisca, que se ha convertido en una diva de la ópera.

Merceditas tampoco puede ocultar su alegría al verla y le pide consejo para solucionar sus problemas con Raimundo.

Sin embargo, no todos los reencuentros son tan gratos para la Silva. Luis se derrumba al verla y le suplica que vuelva con él.

A lo lejos, Marina es testigo de la humillación de su amigo y siente que sus planes corren peligro.

La boda de Rodolfo y Amalia hace dudar a Blanca de que Tristán sea el hombre indicado para ella.

Por su parte, Cristóbal prepara su marcha a París para trabajar con Marie Curie.

Las hermanas deciden organizar una fiesta en el día de la onomástica de Elisa. El día parece transcurrir con total normalidad pero se truncará...

En el hospital, Benito despierta y el inspector Velasco tiene la esperanza de que pueda señalar al autor del disparo.

Ante la presión de Ciro para adoptar a la niña que vieron en el hospicio, Elisa no tiene más remedio que aceptar.

No obstante, Sofía advierte a su amigo de que la Silva no está siendo sincera.

Cuenta a Diana que no está enamorada de Tristán y teme que sea demasiado tarde para echarse atrás ya que su fiesta de compromiso se celebra en unas horas. “Sigue los dictados de tu corazón”, le aconseja su hermana.

Armándose de valor, busca a Cristóbal cuando está a punto de partir a París y le da un apasionado beso tras declararle su amor.

Mientras tanto, en prisión, Marina se declara inocente y busca el apoyo de Luis con amenazas.

Velasco también se acerca al músico: “Te dejaré libre si testificas para condenar a Montero”.

Lejos de allí, don Ricardo se despide de Cándida y se dispone a aprovechar el poco tiempo que le queda de vida para intentar reconciliarse con sus sobrinas.

Elisa descubre, por casualidad, que su padre padece una pancreatitis y se derrumba.

Rodolfo planea demoler la fábrica y vender los terrenos al ayuntamiento para construir allí el nuevo hipódromo.