Un mal presagio

Después de la asombrosa aparición de la Montenegro, que amenazó a sus enemigos, incluidos Saúl y Julieta, esta se siente vigilada pero le resta importancia al asunto pues se convence de que es fruto de la imaginación.

Sin embargo, más tarde la joven encuentra su chal manchado de forma inexplicable y le invade una preocupación que ya no la abandona ni siquiera cuando se prueba el vestido de novia pese a estar bellísima.

Isaac acude a la cita con Elsa pero apenas le permite explicarse: “Déjanos tranquilos a Antolina y a mí, olvídate de nosotros”.

Destrozada, la muchacha intenta hablar con la esposa del carpintero cuando la encuentra por la calle...

...pero esta se la vuelve a jugar y finge que está golpeándola cuando Onésimo pasa por delante.

El hombre enseguida media para, según cree él, librar a Antolina de su enloquecida rival.

El misterioso vagabundo que ha llegado a Puente Viejo sigue haciendo de las suyas y esta vez les toca el turno a Tiburcio y Melitón, a los que lleva a un estado de semiinconsciencia en el que recuerdan cómo les gustaban las Navidades cuando eran niños

Poco después, en la plaza del pueblo, Onésimo dirige al coro infantil y ellos, misteriosamente, se ven con muchos años menos disfrutando del momento.

Más tarde, no recuerdan nada de lo ocurrido pero sienten que se lo han pasado muy bien. Mientras comentan esa extraña sensación aparece de nuevo el mendigo y vuelven a ser invadidos por el espíritu de la Navidad…

Gracias a la recomendación del señor Totana, Irene consigue trabajo de corresponsal en un periódico nacional.

En La Casona, Fernando comunica a María su decisión de dejar Puente Viejo. Ella lo lamenta: “Me había acostumbrado a confiar en ti. Además, es un momento importante para mí, ahora que van a venir mis hijos”.

Justo entonces, Raimundo los interrumpe azorado pidiendo ayuda: “Hay que llamar al doctor, Francisca se siente mal”.

Julieta tampoco está pasándolo bien. Aunque ha mantenido en secreto los últimos acontecimientos, se derrumba cuando contempla su vestido de novia hecho jirones y se sincera con Adela.

Esta trata de consolarla y se queda pensativa cuando su amiga le revela que sospecha de Prudencio.

Más tarde, la novia confiesa sus temores también a Saúl, quien no duda en enfrentarse a su hermano y acusarlo de querer boicotear la boda, pero este niega cualquier implicación en lo sucedido.

Sin fuerzas para seguir luchando por Isaac, Elsa decide sacarlo de su corazón y de su vida. Y por si tuviera dudas, Matías y Marcela le sugieren en una sutil conversación que abandone el pueblo. Consuelo, que también cree que es lo mejor, le ofrece sus ahorros.

María recibe una inquietante llamada de teléfono: el coche donde viajaban sus hijos ha sufrido un accidente y no se sabe nada de ellos. Doña Francisca, recuperada, organiza su búsqueda pues María está como ida y solo habla para culpar a Mesía.

Fernando, hundido por la desconfianza de la joven, está dispuesto a desobedecer las órdenes de Raimundo y salir a buscar a los pequeños. Mauricio llega entonces y confirma que han encontrado el vehículo y al lado dos cadáveres sepultados bajo las piedras.

La angustia se aloja en La Casona hasta que descubren e identifican los cuerpos, que pertenecen al chófer y a la niñera.

Así las cosas, la búsqueda de los niños continúa y, ante la falta de resultados, Mesía insiste en bajar a un barranco donde cree que pueden haberse precipitado con tan mala suerte que es él quien cae.