El final más trágico en ‘El secreto de Puente Viejo’

Como los vecinos sospechaban, el arrepentimiento y marcha de Antolina es una farsa y más cuando Melitón se da cuenta de que han robado una pistola: “Ha sido ella. Debemos tener cuidado”.

Más tarde, Dolores sorprende a la muchacha robando. “Tengo hambre. ¿Vas a negarme un trozo de pan?”, se defiende. Al menos, promete irse para siempre pero antes deja una nota Isaac citándolo en el bosque. Elsa le ruega que no acuda.

Por su parte, Matías interroga a Prudencio sobre su ruptura con Lola. “Estaba a las órdenes de Francisca”, explica él. Arrepentida, la criada le devuelve la cruz que le regaló.

Al parecer, Irene tiene una prueba que demostraría que el alcalde de Belmonte fue el culpable del accidente. “Te debemos una disculpa”, se acerca Raimundo a Fernando. Después de la conversación, escribe una inquietante carta planeando la destrucción de Puente Viejo.

Matías e Isaac discuten sobre sí reunirse con Antolina. “Es mejor darle dinero y que desaparezca. Temo por Elsa”, afirma el carpintero y acuerdan ir juntos.

Marcela siente lástima por Lola por lo que le ofrece un empleo. “Es muy trabajadora y necesito una camarera en la casa de comidas. Espero que Prudencio lo entienda y no se moleste”, piensa. Ella, acepta, con algo de miedo.

Ante el cambio de rumbo sobre la muerte de Adela, Carmelo tiene prisa por vengarse. “Precipitarse sería un error. Hay que cerrarlo bien”, insiste Irene.

Agotada, María se niega a continuar con la rehabilitación de Vilches, pero Mesía se muestra inflexible y la obliga a hacerlo.

Un hombre que no se deja ver ha interceptado las carta enviadas por Fernando y llama por teléfono a La Habana para revelar a alguien los planes que tiene Mesía: “Está enloquecido”.

Isaac acude a la cita con Antolina, que lo recibe pistola en mano.

Con astucia, el hombre logra reducirla, la empuja y el arma cae al suelo.

En un fallido intento por recuperarla, la chica se precipita por una montaña, quedando colgada de una mano. “¡No me sueltes!”, grita desesperada.

En sus últimos pensamientos está arrastrar a su amor y morir juntos pero solo ella se despeña.

A quien es imposible frenar es a Carmelo. “Está fuera de sí y necesita hallar al culpable de la muerte de su esposa”, concluye Severo. Raimundo e Irene tratan de evitar que cometa una locura, mientras Francisca se pone a investigar por su cuenta y habla con don Berengario: “Necesito conocer al párroco de Belmonte”.

Con esto quiere acercarse al al-calde, Esteban Fraile. “Es importante saber sus puntos débiles para saber a qué atenernos”, plantea. Como era de esperar, cuando Pudencio acude a tomar algo a la casa de comidas y ve a Lola, se da la vuelta sin decir nada.

Todavía en La Habana, Dori aleja la silla a María, obligándole a llegar al límite de sus fuerzas: “¿Pretende matarme? Es usted la persona más cruel que conozco”.

Al llegar a Puente Viejo, Matías cuenta que Antolina ha muerto. Mientras, Isaac va directamente a la comisaría. “Fue usted demasiado imprudente”, lo regañan.

Tras la declaración, Cifuentes se acerca al lugar para recuperar el cuerpo y el caso queda archivado. Quien se ha quedado muy afectada es Elsa y su estado de nervios por lo sucedido lleva a su salud a resentirse.

Cuando Fernando regresa a casa se entera de que Vilches se ha despedido y, de malos modos, obliga a María a ir a buscarla: “Has cometido un grave error. Tiene que volver”.

Afectada por sus palabras, la inválida acude a la estación a disculparse: “Lo lamento. Ahora entiendo que su exigencia es por mi bien”.