Los Palacios, de bautizo; ‘Acacias 38’

Carmen se pone triste cuando descubre que Lolita no había pensado en ella para ser la madrina de su hijo, sino en Fabiana. Una vez más, la mujer se siente ajena a la familia y comparte su frustración con su marido, que habla con su nuera sobre el asunto. Ella le explica que desde el primer momento que llegó al barrio su relación con la excriada fue muy estrecha y por eso resolvió darle el honor de cuidar de su pequeño si a ella le pasaba algo.

Resuelto el malentendido, los Palacios celebran el sacramento del recién nacido rodeados de sus familiares y amigos. Fabiana y Ramón finalmente son los sonrientes padrinos.

Por otro parte, la relación de José con su mujer ha mejorado. La artista ha decidido perdonar que tuviera un hijo fuera del matrimonio y seguir feliz junto a él. E

Esto permite que Cinta pueda pasar más tiempo con su nuevo hermano sin los recelos de su progenitora. El que no lleva bien tanta cercanía es Emilio, que está celoso. Para dejar a un lado esas malas emociones, el joven Pasamar decide marchar con toda su familia al teatro y así distraerse.

Al día siguiente, el comisario Méndez sigue tras la pista del asesino de Úrsula y Marcia. Durante la mañana interroga a Cesáreo y, consciente de que el sereno está ocultándole algo, decide llevárselo detenido. Felipe piensa en acudir a la delegación y ayudar al hombre.

Cuando los Pasamar van a salir hacia el teatro, un cliente inesperado acude a la tienda. Se trata de Marcos, un viejo amigo de Felicia que se sorprende al verle.

Agustina tiene que volver a su casa a cuidar de su hija Gloria. Llega el momento y se despide de Felipe Álvarez-Hermoso antes de despedirse de todas las habitantes del altillo.

Quien tampoco está en su mejor momento es Camino. Después de la partida de Maite y su despedida, aún no ha recuperado el habla. Siguiendo el último consejo que le dio su amada, se dispone a seguir su vida con la más absoluta normalidad.

Así pues, antes de que caiga la noche, charla con el Ildefonso y le hace una proposición que él no puede rechazar: “¿Quieres casarte conmigo?”.