Una despedida agridulce; ‘Amar es para siempre’

Debido al aumento de la delincuencia en el barrio, el comprador del King’s se echa para atrás. Por si fuera poco, la agresión que sufrió Pelayo le hace tener miedo y pesadillas cada noche.

Preocupado por él, Marcelino accede al chantaje de Ray, entregándole la cantidad que el mafioso le exige a cambio de marcharse de la plaza y dejarles en paz.

Por su parte, Irene presiona a Marina para que los empleados de La Estrella trabajen más, sobre todo Fede: “Una jefa debe asumir esas responsabilidades, conseguir más productividad y no dejarse pisar”.

Como en el fondo le da pena su exnovio, antes de llamarle la atención, le busca un empleo que pueda atraerle: “En la radio necesitan a un técnico. Es tu oportunidad”. En lugar de agradecérselo, al botones le molesta su forma de intentar alejarse de él: “¿Tanto te incomoda mi presencia?”.

Desde hace semanas, Manolín no entiende la actitud de Inma hacia él. “Le he propuesto tomar un helado, ir al cine, a pasear… y siempre me pone una excusa absurda. ¿Crees que le ha podido molestar algo?”, pregunta a Marisol, que se da cuenta de que el motivo es precisamente el contrario: su mejor amiga está enamorándose de su hermanito.

Curtis se ha quedado muy afectado al reencontrarse con Herminia, su primer amor, pero Jose intuye que la mujer no es trigo limpio y se lo comenta a Sebastián: “Jamás mira a los ojos al hablar. Eso es que oculta alguna cosa. Algo que quiere confesar y no se atreve”.

Por su parte, Guillermo se ha adelantado a Lourdes y da con Carrión, el cómplice de Irene, que le entrega una cinta en la que se oye perfectamente a la mujer encargarle pruebas falsas. “Nunca pensé que fuera a decir esto, pero Ordóñez no es un estafador. Le han tendido una trampa”, comenta a Cristina.

Sin embargo, el abogado no está dispuesto a que su enemigo salga indemne y seguirá acusándole del asesinato de Julia y de irregularidades en la licencia del casino.

Al día siguiente, Benigna llega con buenas noticias a El Asturiano. “Tengo un comprador y me ha dado una señal. Tomadla ya, para que seáis abuelos”, dice a los Gómez.

Con el dinero en la mano para cumplir su sueño de ser madres, Luisita y Amelia hacen las maletas rumbo a Inglaterra.

Como no quieren una gran despedida, se citan solas en el lugar donde se conocieron, el antiguo camerino del King’s, y allí recuerdan su historia de amor.

Mas tarde, se acercan al bar para despedirse de Marce y Manolita. “Hijas, me da mucha pena deciros adiós, pero confío en que volváis pronto con mi nieto en brazos”, se emociona la cocinera.

Los cuatro se funden en un eterno abrazo y brindan por el éxito del tratamiento de fertilidad.

Entre tanto, Pelayo sigue con miedo a quedarse solo y Benigna le aconseja recibir clases de defensa personal.