“¡Bienvenido, sobrino!”; ‘Acacias 38’

Sabina está muy preocupada por la tristeza en la que se ha sumido su nieto desde su ruptura amorosa. Una mañana, observa escondida en la esquina del bar como este charla animadamente con una joven italiana que ha llegado al barrio. Parece que la bella desconocida puede ser la cura para su desaliento.

Sin pensárselo, la hostelera decide proponerle que sea la nueva camarera del restaurante Siglo XX. “Pareces bastante resuelta y creo que encajarías muy bien aquí”, comenta la señora. La chica acepta encantada el puesto de trabajo. “Será un placer”, asegura.

Por otro lado, José se reúne con Jaime Huertas, el autor de la biografía de su esposa, que le cuenta que la folclórica no quiere que escriba el dichoso libro y le advierte que si rompe el contrato con la editorial los llevarán a juicio. El Choco habla con Bellita y esta, finalmente, acepta la publicación de la obra sobre su vida.

En ese momento, alguien llama a la puerta. Al abrirla, la artista se queda de piedra. “¡Bienvenido, sobrino! Esto si que es una sorpresa”, le dice al apuesto joven que la saluda con efusividad.

Ajena a todo, Anabel pasea por su casa cuando, de repente, observa una extraña escena entre Soledad y su padre: los ve abrazados y en actitud romántica. La pareja finge que ella se ha desmayado y por eso estaban tan cerca, para evitar que la joven descubra su romance.

Horas más tarde, Marcos recibe nervioso el informe de la autopsia del cadáver de Felicia. El hombre se impacta nada más leerlo, pues resulta que la muerte de su amada no fue natural, sino que fue asesinada. “La envenenaron”, susurra con pavor.

A su vez, Lolita ya se encuentra mucho mejor de su enfermedad. El tratamiento del doctor Ramón y Cajal ha dado resultado y está sanando.

Feliz, decide darle otra oportunidad a su matrimonio con Antoñito, pero antes de oficializar su reconciliación este deberá cumplir una larga lista de tareas y normas.