Jorge Cao, de 'Pasión de Gavilanes': "La novela no ha perdido frescura"
El actor asegura que la historia de Julio Jiménez, estrenada en 2003 y que ahora repone Nova, sigue gustando por lo bien narrada que está.
Este cubano de 73 años afincado en Colombia desde hace casi medio siglo nos responde al teléfono en su despacho. En él guarda los 38 premios que ha recibido a lo largo de sus 53 de profesión, cinco de ellos por Pasión de gavilanes. Actor, cantante, director y maestro, lo que más le llena es compartir sus conocimientos con las jóvenes promesas de la actuación.
En España se ha vuelto a reponer Pasión… en un canal especializado en novelas y es la que más audiencia tiene. ¿Cómo se explica eso?
Fue uno de esos fenómenos televisivos mundiales que ocurren cada cierto tiempo. Está bien narrada, fotografiada y actuada. Yo recibo todavía cartas a diario por mi personaje, el abuelo Martín. La hija mayor de Natasha Klauss (Sarita), que entonces tenía 3 años, iba a las grabaciones aunque apenas se acuerda. Ahora ha descubierto la novela a través de Netflix y ella y sus amigas están enganchadas.
¿Tú has vuelto a verla?
También a través de esa plataforma. Una noche la vi y repetí. Han pasado los años pero no ha perdido frescura, tiene un encanto que no han superado las otras versiones, y hay muchas.
¿Qué te cuentan en esas cartas?
Me confirman algo que descubrí durante la promoción de la novela por distintos países. Al público, sobre todo joven, le gusta mi personaje porque a los abuelos ya no se les tiene en cuenta. La gente, con suerte, se preocupa de dejarlos en un cuarto en casa o en una residencia con las necesidades básica cubiertas, pero no se recurre a su experiencia. Todo eso me llevó a dirigir la obra El locutorio, que desarrolla ese tema.
¿Qué significó para ti interpretar a tan entrañable anciano?
Marcó una etapa. En ese momento era el villano de América por mis novelas y la productora no me veía en otro papel. Pero me planté y les dije que ese o ninguno. Luego, intentaron envejecerme con maquillaje y látex, pero también me opuse, no quería pasar por esa transformación cada día. Soy actor así que con trabajo de interiorización, pelo y bigote blanco fue suficiente.
Llevas más de medio siglo sin dejar de trabajar. ¿Cómo se consigue?
Me muevo en cualquier medio, cuando no hay trabajo en televisión, hago cine y teatro y me ocupo de todos los aspectos de mi profesión, incluso en la faceta de cantante. El año pasado rodé La ciénaga y Reflejos. Este año he dado tres talleres de actuación y estaré en el Festival de las Américas en Estados Unidos representando a Colombia. La Compañía Nacional de las Artes ha seleccionado Las mariposas saltan al vacío, que dirijo y que fue multipremiada hace dos años.
Tu última novela fue Sinú, río de pasiones (2015). ¿Para cuándo otra?
Se ha retrasado una cuyas grabaciones tenían que haber empezado en agosto. En este país se ha pasado de rodar 17 novelas al año a tres o cuatro. Hay unos 2.500 actores en paro.
No es tu caso…
Soy un privilegiado porque puedo elegir. En Latinoamérica hay que hacer novelas si se quiere vivir con dignidad económica, pero a mí no me ha hecho falta. Además no tengo grandes necesidades, no me interesa llegar a Hollywood.
¿De qué faceta de tu vida te sientes más satisfecho?
Me he dedicado a mi profesión y la familia lo ha respetado. Con ellos paso menos tiempo, pero procuro que sea de calidad.
Estás en forma, ¿cómo te cuidas?
Hago estiramientos 25 minutos al día y llevo una alimentación sana. De joven, tenía un entrenamiento fuerte. Este año hice el musical Annie, en el que bailaba, y me empezó a doler la cadera debido a la caída de caballo que sufrí en Te voy a enseñar a querer.
Aguanté la temporada porque mi cuerpo estaba preparado. Cuando veo a mis compañeros pienso “yo aún estoy de buen ver, ellos son unos chochos (risas)”.
Lee la entrevista completa en la revista Telenovela.
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