Andrea Montengro, de ‘El clon’: “Para mis hijos, es bueno verme en pareja”
Madre de Muriel y Amaro, de 12 y 5 años, la actriz ha regresado a Lima, donde disfruta de ellos y del amor.
Tras el éxito de El clon, Andrea Montenegro se fue a vivir a las montañas colombianas junto al padre de su segundo hijo. En 2016, la relación se rompió y ella volvió a sus orígenes, retomando en Perú también su profesión, con Mis tres Marías y Colorina. Terminadas estas telenovelas, disfruta todo lo que puede de sus pequeños, el sol y el mar, sin dejar de trabajar.
¿Te quedarás en Perú?
De momento he trasladado mi base aquí. Muriel, Amaro y yo necesitábamos un poco de calor, después de tanto frío en la montaña. En Lima, he retomado el contacto con mis raíces y el origen de mi oficio. Grabé Mis tres Marías y pensaba volver a Colombia para que mis hijos estuvieran con sus padres, pero estos habían decido mudarse a Estados Unidos y ya no era necesario. Me costó un poco el cambio, sobre todo el acento.
Estuviste alejada de la televisión un lustro. ¿La echaste de menos?
Nunca. Sentí que tenía que estar más con mi hija porque no estaba cumpliendo como madre. Hice algún trabajo puntual para no desconectar, pero me dediqué más al yoga, a vender galletas y a hacer masajes. Fue una etapa muy bonita con Muriel y después llegó Amaro.
En los noventa tu rostro era muy conocido, ¿te afectó esa fama?
En aquel momento lo viví como una agresión, no entendía que cincuenta personas en una playa quisieran fotografiarme y que ser mediática formaba parte de esta profesión. Ahora me lo tomo con más calma. Para la pareja y los hijos puede ser más difícil, pero les explico que así es este trabajo.
¿Cómo recuerdas El clon?
Todos mis trabajos son gratos porque disfruto mucho de mi oficio, pero esa fue una de las experiencias más bonitas. En Colombia no me buscaban tanto por mi atractivo físico como en Perú, así que pude explotarme más como actriz. Nazira fue un regalo: aprendí árabe, leí el Corán y pude representar profundamente a esa mujer castrada.
En El Zorro… diste vida a una monja y eso te llevó a posar desnuda en una revista. Te pagarían bastante...
Estuvo bien, pero no más que el sueldo mensual que puedo recibir por una telenovela.
Tu último trabajo, Colorina, no ha tenido mucha audiencia…
No lo veo así. A veces se crea demasiada expectación en torno a una novela y eso puede ser negativo. Hay que ser más cauto con lo que se dice antes de lanzar el proyecto y venderlo.
De todo lo que has vivido, ¿qué querrías evitarle a tu hija?
La soledad. Yo la sufrí porque mis padres no son del medio y no estaban preparados para ver cómo pasaba de ser una jovencita de barrio que iba para publicista a convertirme en vedette.
¿Cómo es Muriel?
Es una mujer seria y próspera. Le gusta bailar y siempre quiere lo mejor para sí misma. Tiene un fuerte amor propio.
¿Ven tus hijos a sus padres?
Menos de lo que deberían. Ninguno de los dos ha venido a Lima en este año y tres meses, pero no quiero criticarlos. Hay cosas más graves que no criarse con el papá: el espíritu humano se repone a lo que sea.
¿Cómo está ahora tu corazón?
Tengo una relación desde hace dos meses que me hace feliz. Necesitaba a alguien y tenía ganas de enamorarme. Además, para mis hijos es bueno verme con pareja: sienten otra energía en casa y me notan más tranquila.
¿Quién es él?
No es del medio y queremos tomárnoslo con calma. A esta edad, cada uno tiene sus expectativas y rutinas y no es fácil acoplarse. Él es soltero y no tiene hijos, pero de momento estoy muy satisfecha con la relación.
¿Hablas con tu niña de amor?
Claro. Le cuento lo importante que es para mí saber que me quieren y estar enamorada.
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