(Este artículo contiene spoilers del final de la temporada 1 de Hunters, la serie de Amazon Prime Video en la que un variopinto grupo de anti-héroes persigue a nazis infiltrados en la política, economía y sociedad estadounidense en los años 70. Avisados quedáis.)
Hunters acaba su primera temporada con una triple recompensa para el espectador: tiene un interesante giro de guión en el que descubrimos que uno de los personajes principales no es quien ha dicho ser durante los nueve capítulos anteriores (todavía no hacemos el spoiler), ofrece una sorpresa que no nos esperábamos (justo al final del último capítulo, antes del fundido en negro, como buen cliffhanger que es) y sienta las bases, como Dios manda, para la segunda temporada (personajes que crecen, nuevos personajes, escenarios diferentes, nuevas teorías). Pero, sobre todo, resuelve una de las grandes dudas que plantea la serie: ¿si persigues a monstruos para acabar con su vida estamos hablando de justicia o estamos hablando de venganza? Después del último episodio (Eilú v' Eilú), te queda claro que es venganza, simple y llanamente. Y eso no quiere decir que sea malo. Solo que ya lo tenemos claro: cada cual que saque sus conclusiones y que decida con su moral si eso está bien o mal. Pero nos queda claro que no es justicia. Quiero decir que, formalmente, no es justicia. Otra cosa es que con la muerte de todos esos asesinos el mundo sea un lugar infinitamente mejor, aunque las personas que acaban con ellos ya no sean infinitamente mejores. Es una dicotomía bastante interesante.
Cuando empiezas a ver la serie, lo primero que buscas en Internet es si es real la escena del macabro juego de ajedrez de Auschwitz (no, no es real, aunque eso no le resta salvajismo a que 1.100.000 personas perdieran la vida en Auschwitz), pero en cuanto llevas un par de episodios más tu siguiente duda es: ¿cuántos nazis fueron ejecutados durante los juicios de Nuremberg? Únicamente fueron ejecutados (ahorcados) diez funcionarios nazis de alto rango por sus crímenes contra la humanidad, crímenes contra la paz y crímenes de guerra durante la Segunda Guerra Mundial y dos de rango medio. Entre los ejecutados estaban Joachim von Ribbentrop, ministro de asuntos exteriores nazi; Hermann Goering, fundador de la Gestapo y jefe de la fuerza aérea alemana; y Wilhelm Frick, ministro del interior. Otros siete, incluido Rudolf Hess, ex diputado de Adolf Hitler, fueron condenados a prisión de 10 años a cadena perpetua. Otros tres fueron absueltos. Hermann Goering, quien en la sentencia fue llamado el "principal agresor de guerra y creador del programa opresivo contra los judíos", se suicidó (con veneno) el día antes de su ejecución. Todo esto frente a la muerte de seis millones de judíos. Seis millones.
La gran revelación del personaje de Al Pacino tiene un sentido
Y ahora es cuando volvemos al final explicado. En el último episodio, la gran revelación de la serie es que Meyer Offerman, el personaje que interpreta Al Pacino, es, en realidad, el Lobo, que asesinó al verdadero Meyer, el abuelo de Jonah Heidelbaum (Logan Lerman), y se hizo pasar por él. Antes de que llegaran las tropas aliadas y liberaran Auschwitz, el Lobo, que había estado estudiando a fondo a Meyer, obsesionado con su relación con Ruth, usurpa su identidad. A continuación utiliza todos sus ahorros para viajar a Estados Unidos, no sin antes pasar por un quirófano y una operación de cirugía estética. El nazi que Jonah cree que ha cazado, no es el Lobo, sino el cirujano. Pero hay más.
Durante los últimos treinta años, el Lobo/Meyer ha estudiado el judaísmo y ha borrado por completo su identidad. Hasta el punto que cuando Ruth va a verle (y, ojo, no le reconoce) ya no es el Lobo. Tampoco es Meyer, pero es que no es el Lobo. Así que ante lo que le plantea Ruth, que altos cargos nazis viven infiltrados en la sociedad estadounidense como si tal caso, Meyer/Lobo ve el asesinato de nazis en Estados Unidos como la penitencia perfecta para el sinsentido en que se ha convertido su vida. Como dice el personaje cuando discute con Jonah, al ser descubierto, matar nazis no es una forma de redimirse, porque ante sus terribles crímenes a los judíos no hay redención posible. Es solo su penitencia, y como tal la asume. En ese momento, Jonah está en frente ya no solo de un asesino nazi, sino también del asesino de su abuelo. ¿Qué hacer? Jonah hasta ese momento ha sido capaz de hacer lo correcto, ha sido capaz de no disparar el gatillo.
Y ahí es donde se posiciona la serie: el recuerdo de su abuela Ruth se le aparece a Jonah para evitar que asesine al Lobo. Sin embargo, Jonah sigue adelante. Y reza por el alma del Lobo antes de matarle, tal y como dijo su abuelo que haría cuando acabara con la vida de Meyer. Y eso, señoras y señores, es venganza pura y dura. Jonah mata al Lobo por asesinar a su abuelo, por torturarle a él y a su abuela. No le mata por las atrocidades de Auschwitz, sino por el horror que le provocó a su familia. Y ahí la serie nos quiere plantear que hay muchos tipos de venganza. Matar nazis es una forma de venganza. Como también lo es colgarlos en la horca en la vida real. Como también lo es acabar con la vida de los asesinos de tu familia. Es un gran planteamiento para una serie de televisión errática, pero hipnótica.
Y luego está la última revelación: Hitler está vivo. Es quien está detrás de todo. No se suicidó. Como tampoco lo hizo Eva Brown. Porque La Coronel (Lena Olin) es Eva Brown. Y, ambos, están en Argentina están sentado las bases para levantar el Cuarto Reich. Esto no nos lo esperábamos, pero es toda una declaración de intenciones de la serie: si sabemos que Hitler puede pagar en vida por todo lo que hizo, que no le salva un vergonzoso y cobarte suicidio, ¿estaríamos delante de un acto de venganza o un acto de justicia? Yo no sé tú, pero yo lo que quiero es venganza de la buena. No quiero justicia.
El tercer regalo del último episodio es todas las posibilidades que abre ahora: Rebecca parece que trabaja para el Mossad (o mucho me equivoco), el equipo va a viajar fuera de Estados Unidos para cazar nazis, y una congresista judía quiere organizar una operación al margen del Gobierno para dar caza también a los nazis. Esto promete.
David Weil, el showrunner de la serie, ha confirmado oficialmente que tiene material para cinco temporadas. Cruzamos los dedos.

Rafael Galán es experto en tecnología y escribe desde 2018 en Esquire sobre tablets, smartwatches, móviles, auriculares inalámbricos, altavoces portátiles, smart tv y todo tipo de gadgets tecnológicos, supervisando todas las ofertas y guías de compra que publica la revista online.
Sus artículos son un híbrido entre la arqueología, la review tecnológica y el más noble afán caza-chollos, con la particularidad de que solo escribe de los productos que le apasionan. Si no es un producto Esquire, mejor no derramar ni una sola gota de tinta. Asimismo cubre para Esquire la actualidad de las principales empresas tecnológicas, empezando por Apple, Google, Microsoft, Amazon y Meta y continuando con Samsung, Lenovo, Asus, Xiaomi, Huawei, Honor y Acer, así como de las compañías empresas punteras en el terreno de los relojes deportivos inteligentes, como Suunto, Garmin, Coros o Amazfit, y el sonido, como Sony, Anker, JBL, Bowers & Wilkins o Bang & Olufsen.
Antes de incorporarse a Esquire cursó una licenciatura de Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid y escribió durante 15 años sobre la intersección entre tecnología y estrategia de negocio en la revista Emprendedores, publicación con la que recorrió el país dando conferencias sobre start ups de base tecnológica y de la que fue en su última etapa coordinador de la edición digital.
Obsesionado con Amazon desde 1998 lleva ya dos décadas largas analizando la estrategia de precios de la compañía y ha escrito diversos artículos sobre cómo vender en Amazon, desde tablets para niños hasta ropa deportiva. Asimismo es autor del libro 'Cómo escribir un business plan en una semana', que es, en realidad, un caballo de Troya en el que explica cómo montar un negocio online, expertise que ha compartido para grandes empresas como BBVA o Telefónica (sí, es el chaval de gafas del curso que hiciste hace unos años).
En la actualidad escribe también sobre Inteligencia Artificial y forma parte del Hearst Innovation Hub que estudia los cambios que la IA está provocando en la tecnología, la sociedad y el periodismo.
Además de ser autor de varios libros y un apasionado de la tecnología, es un geek de tomo y lomo, obsesionado con el Universo Marvel y DC, pasión que saltó de los comics a la gran pantalla desde que se estrenó Batman (el bueno, el de Michael Keaton) y sigue todavía con las series de Disney Plus (Caballero Luna, Wandavision, Loki…) y todo el catálogo de CW en HBO (Flash, Legends of Tomorrow, etc). Si a eso le sumas su adicción a los juegos de mesa (especialmente los Colonos de Catán) y su fascinación por la magia te haces una buena idea de qué pie cojea este experto en tecnología.