El escenario imponía: la sede del Consejo General del Poder Judicial, en Madrid. En el salón de actos tenía lugar, el 26 de noviembre por la mañana, la entrega de los Premios del Observatorio contra la violencia doméstica y de género 2019, que este año cumplen la XV edición. La Reina era la gran protagonista, al ser distinguida con un premio en la categoría de personalidad más destacada, por su implicación en la erradicación de la violencia contra la mujer. Todos los medios que estábamos allí convocados teníamos el foco puesto en doña Letizia.
Pasada casi una hora después del comienzo de la ceremonia, subió al pequeño escenario del salón de actos el Rey, que fue el encargado de hacer entrega a doña Letizia de su distinción. Yo esperaba un beso de felicitación y lo hubo: fueron dos besos de reconocimiento y también de cariño. Don Felipe le dedicó a su mujer una sonrisa, que transmitía orgullo y admiración. La causa lo valía y aplaudimos el gesto.
El día (gris y lluvioso) prometía protagonismo: el de todas las mujeres en su lucha por la igualdad con el compromiso de la sociedad entera. Para un acto de tal magnitud, que nos involucra a todos y a todas, la Reina midió mucho su estilismo y recurrió al gris, que es el color más discreto del universo de los colores.
El diseño de franela de estilo lady (se lo ha puesto en repetidas ocasiones) se ha convertido en un look con mensaje. El gris transmite serenidad, seriedad y sobriedad. Por eso, el vestido más discreto de su vestidor fue el elegido. Tengo claro que la intención buscada era que el look permaneciera en un segundo plano y cumplió su objetivo. No destacó nada.
Con el premio en la mano, la Reina tomó la palabra. Casi sin leer y con el discurso aprendido, doña Letizia dio las gracias a todos los colectivos implicados en la lucha contra la violencia sobre la mujer: “Lo que querría es trasladar esta distinción a todas las personas que cada día, de un modo callado, esforzado y con recursos limitados, ayudan, aconsejan, curan, animan, atienden, escuchan, asesoran, reconfortan y consuelan a quienes sufren violencia doméstica y de género”.
Fueron dos minutos de intervención, que concluyó con “un recuerdo permanente y respetuoso para todas las mujeres asesinadas por sus parejas o ex parejas, 52 en lo que va de año”. En ese momento, oímos que un sonado aplauso de reconocimiento interrumpió su discurso. “Nuestro pensamiento es también para los menores, los niños, víctimas, a veces mortales, a menudo huérfanos, de una violencia que tenemos que seguir combatiendo”, terminó doña Letizia.
El de hoy ha sido un día especial para doña Letizia, que siempre ha mostrado su implicación y preocupación por las mujeres, por la igualdad y por los niños. Por eso, se mostró especialmente afectuosa y cercana en la recepción posterior a la ceremonia. Una mujer, Estrella Blanca, presidenta de la Asociación Clara Campoamor, se acercó a la Reina y le entregó un libro. Le pregunté cuál y me contó que era “El voto femenino y yo: mi pecado mortal”, de Clara Campoamor. “Es el segundo libro que le regalo”, me dijo.
La Reina compartió galardones con la APRAMP (Asociación para la prevención, reinserción y atención a la mujer prostituida); Julián Sánchez Melgar (magistrado de la sala II del Tribunal Supremo) y Flor de Torres (fiscal delegada de la Violencia sobre la Mujer Andalucía).