Tamara Falcó ha concedido una entrevista la revista Elle en la no deja indiferente a nadie. Su naturalidad y sinceridad son su marca de identidad y de ahí que la hija de Isabel Preysler y el marqués de Griñón no evite contestar a los que la tachan de frívola, sus convicciones religiosas ("Ahora tengo valores de los que carecía. Antes notaba un gran vacío"), la vida sentimental de su madre y sobre sus problemas de peso (sufre hipotiroidismo). "El sobrepeso no es el estado ideal, pero eso no significa que deba esconderme ni avergonzarme", contesta tajante.
A sus 37 años, una energía desbordante y una alegría contagiosa, Tamara Falcó, que acaba de poner en marcha su propia firma de moda, cuenta qué es para ella el estilo: "Para mí el estilo es inteligencia, aceptarse a uno mismo. Es tu carta de presentación ante el mundo. Dice que ha descubierto lo importante que es aprender de los errores y que lo más valioso para mantener el equilibrio es "dar y recibir tiempo. Quiero segundos, minutos y horas porque son lo más importante que tenemos y lo más bonito que podemos entregar".
A Tamara se le ilumina la cara cuando habla de su madre y es que ella es un ejemplo a seguir. "Ya quisiera yo ser como mi madre. Es una mujer fuerte, con un sentido de la estética muy desarrollado. Aspirar a ello me ha vuelto más exigente", asegura en la entrevista.
La hija de Isabel Preysler es muy querida, pero también hay muchos que la critican y la tacha de frívola. A ellos también les dedica algunas palabras: "Los que me critican deberían analizarse primero a sí mismos, porque todos somos víctimas de prejuicios que nos persiguen de por vida. Bueno, a mí, plin. ¿Quién no tiene sus limitaciones?".
Sobre estar soltera a su edad tampoco es un problema. "Tengo más de 30 años, estoy soltera y no soy un bicho raro: no necesito compartir mi existencia con cualquiera para darle sentido a mi felicidad", afirma. Y añade: "Pienso que la vida sin amor no vale la pena. Lo ideal es encontrar a una pareja que te complete".
A lo largo de la entrevista, Tamara tampoco olvida sus convicciones religiosas: "Al leer los Diez Mandamientos, entendí que, si los hubiese practicado antes, no se habrían producido muchas disputas en casa".
