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Diego Martín y Dama Abad se conocieron hace tres años en un avión y ahora, por fin, se han encontrado en su medio natural: el estudio de grabación. El cantante, que arrasó hace más de dos décadas con 'Déjame verte', canción que cantó junto a Raquel del Rosario, nos presenta una nueva versión de este clásico, y lo hace junto a Dama Abad, que le ha puesto todo su corazón convirtiéndolo en una bachata adictiva. Hablamos con ellos en la terraza del precioso restaurante Zielou, en Madrid, donde se mostraron súper naturales y muy cómplices.
En este trabajo juntos, ¿qué habéis aprendido el uno del otro?
Diego Martín: Yo siempre he sido un poquillo dejado y Dama me ha enseñado a que no tengo que callarme si algo no me gusta. Todo se puede decir educadamente. Por ejemplo, hay canciones mías que ahora no las puedo escuchar porque no me gusta el bombo, o cómo suena el piano, etc… Y todo por no enfrentarme en el momento.
Dama Abad: ¡Qué bonito Diego! La verdad es que en todo este tiempo de convivencia no hemos chocado en nada. A mí él me da calma, me templa, yo soy más loquilla.
Los dos compartís que lleváis un montón de años en la música. ¿Cómo lidiáis con los bajones de esta industria?
D.A.: Encontrar el equilibrio en este mundo es complicado, pero no imposible. Es súper importante la familia y los valores que uno tiene para poder con esta vida, que es dura.
D.M.: Sí, a mí me da mucha rabia cuando me dicen: '¡Si los artistas estáis todo el día de fiesta!'… En mi caso, no: es pico pala y con la cabeza dando vueltas 24/7.
D.A.: Hay momentos que el cerebro se te fríe de tanto pensar.
Y con ese runrun, ¿cómo cuidáis de vuestra salud mental?
D.M.: Yo me he trabajado mucho porque he tenido años complicados por esos bajones de los que hablábamos antes. Me creía un olvidado, pero mientras uno tenga la energía para seguir trabajando hay que continuar. Esto es una rueda y hay que saber estar arriba, pero también funcionar cuando los números no cuadran. En esta profesión, unos días comes jamón y otros mortadela.
D.A.: Yo siempre me refugio en mi familia, son mi punto de recarga. También me recreo mucho en la Biblia, es mi momento de paz. De hecho, antes de dormir, mi hijo y yo oramos y eso me transporta a un estado de tranquilidad increíble.
D.M.: Yo en ese sentido soy más solitario. No soy un tío de contarle las cosas a mi familia cuando tengo un mal día. Prefiero irme al monte y abrazar un árbol. Parece una tontería, ¡pero funciona!
Diego, compusiste 'Déjame verte' hace más de 20 años. ¿Qué diferencias hay entre el Diego de entonces y el de ahora?
El Diego que hizo esa canción es el mismo que el de ahora. Y entre medias, me perdí. Todo el rato en guerra, enfadado porque las cosas no salían. Ahora vuelvo a componer sin pensar en números ni en pasta, y con la misma ilusión de entonces. Me lo notan los míos, mi chica…
Por cierto, he leído que la chica a la que dedicaste la canción es tu mujer.
¡Sí! La conozco desde que tengo 14 años. Hemos tenido nuestras separaciones y reencuentros, y ahora estamos felices con nuestro niño, que tiene cinco años.
Los dos sois padres. ¿Y si vuestros hijos se quisieran dedicar a esto?
D.A.: ¡Yo ya estoy en ese punto! Tanto su padre (Melendi) como yo tenemos claro que Marco se va a dedicar a esto. El otro día estuvimos juntos viendo a su grupo, donde toca el bajo. Además, toca la batería, la guitarra, el piano… Es un virtuoso. El padre hubiera preferido que fuese futbolista (risas), pero le ha salido el tiro por la culata. Ahora estamos los dos en plan 'a ver quién se lo lleva de gira', aunque sé que ahí lo tengo todo perdido. Le gusta más la baqueta que la bachata. De hecho, Melen ya le ha dicho que si de aquí a unos años es suficientemente bueno, se lo lleva.
D.M.: A mí me encantaría que mi hijo tocara un instrumento, es un idioma universal. La vida da muchas vueltas, pero sabiendo tocar un instrumento no te va a faltar un bocadillo nunca. Es más, yo prefiero que sepa tocar un instrumento bien tocado a que sea, por ejemplo, abogado. La música te hace la vida muy feliz. Es una de las mejores formas de escapar del mundo.
Dama: "Con Melendi me llevo súper bien"
Dama, tú ahora triunfas en el circuito de la bachata, pero has tardado tiempo en quitarte el sambenito de ex. ¿Sientes que hemos sido injustos contigo?
Al final me lo he quitado. Cuando yo salgo fuera y canto, ya no soy la ex de nadie, sino Dama, la artista de bachata. También te voy a ser muy clara, tampoco lo he vivido como un sambenito. ¡Es que era una realidad! He estado con Melendi muchos años de mi vida y no quiero arrancar esas páginas. Nos llevamos súper bien, vamos a una con Marco, y no estoy anclada en el pasado.
Es un triunfo conseguir eso.
Es maravilloso, y eso no significa que fuese fácil. Es un hombre que ha estado en mi vida, al que he querido muchísimo y al que quiero todavía, pero de forma diferente. ¡A Melen que no lo toquen! A mí me está yendo muy bien, y sin su ayuda, pero si lo hiciera, ¿pasaría algo? ¿Sería un problema? A veces tenemos las mentes muy cerradas.
El amor, ¿que importancia tiene en vuestras vidas?
D.M.: Para mí es la energía más importante que hay. Sin amor no hay nada. Mi mujer me hace feliz, me llena y es a la que quiero darle todo. Congeniamos en su día y seguimos congeniando. Como digo yo, a partir de ella soy asexual (risas).
D.A.: ¡Eso le va a encantar escucharlo! Yo sin amor, no soy feliz. A mí me mueve, desde que me levanto hasta que me acuesto.
Las locuras que Diego y Dama han hecho por amor
¿Habéis hecho tonterías por amor?
D.A.: Yo he hecho tantas que no sé cuál decirte (risas). Ahora en serio, tampoco soy una loca. De hecho, creo que en el amor he sido bastante coherente y me he querido mucho a mí misma. Es verdad que cuando me enamoro, estás jodido (risas). Lo doy todo. Cuando mi chico se fue a vivir conmigo ya le tenía preparado el albornoz. Él es diez años más joven y me encantaría volver a ser madre.
D.M.: Yo la locura más grande que he hecho ha sido olvidarme de mí, en el mal sentido de la palabra… En el buen sentido, una vez me fui a Italia para comprarle un perfume a mi mujer, que estaba descatalogado en España.
D.A.: Madre mía, qué fuerte, yo como mucho me he ido al Belros a comprar globos (risas).
Cita con Diego Torres y Dama Abad en... Zielou
La producción se realizó en el restaurante Zielou de Madrid, un precioso local situado en la planta ático de la Estación de Chamartín. Diego y Dama se mostraron de lo más cercanos con todo el equipo. Es más, como el ascensor que subía al restaurante se encontraba cerrado, Diego no dudó en coger la maleta de la estilista, que pesaba lo suyo, para subirla a mano. ¡Gracias chicos!
Diego Martín y Dama Abad, sus secreto de belleza
¿Coquetos?
Diego: Ahora más, me echo mis cremitas y me recorto la barba.
Dama: Yo soy coqueta, y ahora arruinada con todos los productos que recomiendan en TikTok. Me he vuelto una loca del maquillaje.
Deporte…
Diego: Yo no puedo vivir sin hacer deporte. Si llevo tres días sin correr me pongo muy nervioso. Para mí es una forma de vida porque llevo desde los seis años jugando al fútbol. Me encanta poner mi cuerpo al límite.
Dama: Hace unos años sí estaba enganchada al deporte, pero ahora, como viajo tanto, cuando estoy en casa prefiero ponerme Netflix. O si no, me monto las películas yo sola. Necesitaría ponerme, no quiero estar oxidada.
Alimentación…
Dama: Soy muy golosa, pero ahora me pillas en la semana sin azúcar.
Diego: Yo el uno de enero decidí cuidarla más.
Diego y Dama, sus productos de belleza favoritos
Nam Cosmetics Labial mate
Diego Martín y Dama Abad con el equipo de Diez Minutos
Texto: María Larrocha. Fotos: Beatriz Velasco. Estilista: María Álvarez. Maquillaje y peluquería: Pablo Cerdán. Agradecimientos: Restaurante Zielou. Planta ático de la Estación de Chamartín.
María Larrocha es experta en cine, música, libros y temas relacionados con ecología y sostenibilidad. Y sobre todo, redactora de noticias del corazón, mundo en el que lleva con mucho orgullo desde 2004. ¿Quién no se relaja leyendo el día a día de nuestros famosos? Ahora disfruta escribiendo sobre las ‘celebrities’ en Diez Minutos, donde también te cuenta los planes que no te puedes perder o cómo poner nuestro granito de arena para hacer un mundo mejor.
Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, empezó en la sección de Cultura de La Razón, para después trabajar en la radio, recalar como correctora en El Mundo durante unos meses y marcharse un año a Inglaterra para perfeccionar el inglés. De vuelta a Madrid aterrizó en la revista Qué me dices!, dónde aprendió que se puede hacer periodismo sin perder el sentido del humor.
