Poco a poco, Raúl González y su familia van ultimando los últimos capítulos de su vida en Estados Unidos. Tras dos años ejerciendo como country manager de La Liga de Fútbol Profesional en el país americano, el exjugador del Real Madrid pondrá fin a esta aventura para, a partir de septiembre, ponerse a disposición de Florentino Pérez y trabajar en el equipo que lo ensalzó a la gloria y que tan buenos momentos le ha hecho vivir.
Tras la romántica felicitación de cumpleaños a su esposa, la propia Mamen ha colgado una fotografía en la que aparecen todos los miembros de la familia muy sonrientes y disfrutando de los logros del hijo Hugo, de 13 años, el mismo día de su graduación en el colegio católico en el que estudiaba.
Con toga y birrete, el joven ha estado acompañado en un día tan especial por sus orgullosos padres y sus cuatro hermanos: Jorge (16), los mellizos Mateo y Héctor (10) y María (6). A la izquierda de la fotografía también encontramos a Carlos Redondo, el hermano de Mamen que actúa como asesor y contable de la familia.
Tras su retiro en 2010 del Real Madrid, Raúl, de 39 años, ha estado viviendo en varias ciudades alrededor del mundo junto a su familia, habiendo jugado en el equipo alemán Shalke 04 y en el Al Saad de Catar. Sin embargo, el próximo mes de septiembre y tras pasar las vacaciones en Menorca, volverán a hacer las maletas para fijar su residencia en Madrid, posiblemente en su chalet de La Finca.
De hecho, hace unas semanas saltaba a los medios que Mamen (40), se encontraba ya en Madrid para buscar el mejor colegio para sus hijos. Según los rumores, podría haberse decantado por el American School of Madrid, el colegio predilecto de los futbolistas y cuya cuota mensual puede ascender hasta los 2.000 euros.
Raúl y Mamen Sanz se conocieron a finales de los años noventa en una discoteca, donde la futura mujer del futbolista trabajaba como camarera. La pareja pasó por el altar el 1 de julio de 1999 en una pequeña capilla situada en una finca de Villafranca del Castillo (Madrid). Recelosos de su vida privada, el matrimonio siempre ha dado muestras de una gran discreción, dedicándose Sanz en cuerpo y alma al cuidado de sus hijos.