Una ceremonia solemne
La ceremonia ha estado presidida por el cardenal emérito, Carlos Amigo Vallejo, y el arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, que han vestido sus prendas más solemnes para despedir a la duquesa de Alba, ''que vivió como sintió'', como será su epitafio, el que ella dejó escrito.
El féretro entraba por la puerta de San Miguel mientras sonaba el órgano y cantaba caminando el coro catedralicio a modo de séquito.
El féretro estaba rodeado por cuatro blasones blancos y un gran cirio pascual.
''Nos hemos reunido en un momento especialmente triste y doloroso ante el cadáver de nuestra hermana Cayetana'', ha empezado Carlos Amigo, que ha destacado de ella que es ''noble de herencia, pero nombre, muy noble, de corazón. Noble en la generosidad y en el servicio a los más necesitados''.
Durante su alocución, el cardenal arzobispo emérito hispalense, Monseñor Amigo, señalaba: "Ha muerto la duquesa de Alba en avanzada edad, pero la vejez no se mide por el número de años, sino por una vida llena de nobleza y de bondad... no busquéis los restos de su memoria en ninguna parte del mundo, porque ella quiere vivir permanente y siempre viva en el corazón, en el recuerdo de las personas que tanto la han querido... la vida no termina junto al sepulcro... ha completado su peregrinación"...
''La gente piensa que has muerto, pero no sabe que vives en paz'', decía Carlos Amigo, que destacaba la labor solidaria de la duquesa: ''Ella sabía muy bien que de los pobres no se presume, a los pobres se les sirve y basta''.