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¿Son las flores el regalo ideal? Tuve mis dudas hace unas semanas. Cuando aprobé el carné de conducir, mis compañeras de piso me regalaron un ramo para celebrarlo. Habiéndome examinado cuatro veces, la ocasión lo merecía… pero en aquel momento, no pude evitarme preguntarme ¿qué hago yo con estas flores si no tengo un jarrón donde guardarlas?
Rápidamente busqué en los catálogos de las principales de casa de decoración y solo di en Ikea con el jarrón que reunía las características que quería para mi dormitorio. A simple vista puede parecer sencillo, pero tiene ese diseño que gana cuanto más lo miras: un milagro entre la calidez de lo rústico y el acabado elegante que lo mantiene siempre moderno.
El ‘flower power’ tiene forma de jarrón
El diseño me parece lo más. No es completamente uniforme: el tono varía entre el marrón cálido y un naranja suave, casi terroso, que recuerda al color del barro cocido al sol. Esa mezcla lo hace muy fácil de combinar, ya que el material transmite solidez, con una textura suave y ligeramente satinada que refleja la luz de manera muy sutil.
No brilla en exceso, pero tampoco es mate del todo: justo en el punto medio que le da presencia sin resultar ostentoso. Además, tiene una forma equilibrada y estable —más ancha en la base y ligeramente estrecha en la parte superior— que impide que las flores se abran demasiado y se caigan hacia los lados. Es el tipo de detalle que notas cuando lo usas y que te hace pensar: “esto está bien hecho”.
Desde entonces, lo tengo en la mesita de la noche, justo al lado de la ventana y a la vera de mi cama. Cuando le coloqué las flores le dio a la estancia un toque alegre y natural, pero ahora que lo mantengo vacío, le veo su encanto: su color hace que destaque sobre la pared blanca. Y lo mejor es que encaja tanto en mi dormitorio como en un salón, una entrada o incluso un baño con estilo.
Con el tiempo, me he dado cuenta de que este jarrón no es solo un recipiente, sino un pequeño elemento de equilibrio en casa. Es ese tipo de objeto que no llama la atención por sí mismo, pero que cuando lo quitas, algo falta. Tiene personalidad, pero sin imponerse. Quizá por eso me gusta tanto: porque consigue hacer que lo cotidiano parezca un poco más bonito. Si estás buscando una pieza decorativa que combine naturalidad, elegancia y durabilidad, este jarrón es justo eso. Un detalle sencillo, pero capaz de transformar cualquier rincón.
Juan Sáez es experto en cultura pop, crónica social y estilo de vida. Escribe acerca de fenómenos sociales y culturales bajo una mirada crítica y comprometida. Lo que Carrie Bradshaw habría sido si, en lugar de subirse a unos Manolos, se hubiera comido una caja de seis.
Licenciado en Periodismo por la Universidad Carlos III, analiza tendencias, historias y noticias desde el humor para que el lector ría y reflexione en una sola pieza. Ha colaborado en programas de televisión y crea contenido para redes, donde aporta análisis frescos e irónicos con un sello muy personal.