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Juan del Val es la viva imagen de que se puede conseguir mucho en la vida si uno se lo propone y trabaja duro. El escritor, guionista y colaborador televisivo es, actualmente, el novelista más laureado del momento tras haber recibido el premio Planeta 2025 por su libro 'Vera, una historia de amor', un galardón que jamás soñó recoger, pero que se ha hecho realidad por hacer lo que mejor se le da: plasmar sus ideas por escrito en universos literarios que han enganchado a miles de personas. Ahora toca disfrutar de las mieles del éxito, pero ¿lo está gestionando bien? Hemos consultado a la psicóloga Leticia Martín Enjuto, que ya ha dado sus consejos sobre cómo afrontar la menopausia sin que afecte a la salud mental y ha analizado las memorias de Isabel Preysler desde un punto de vista clínico, y ahora aconseja ahora al marido de Nuria Roca: "El éxito, aunque solemos imaginarlo como el destino soñado, no siempre resulta fácil de digerir". Y añade que "es común que aparezca la duda".
Martín Enjuto lo tiene claro: "El éxito llega envuelto en aplausos, reconocimientos y halagos, pero también trae consigo desafíos internos: cómo sostenerlo, cómo creerlo y, sobre todo, cómo integrarlo en la historia personal sin perder la coherencia de quién se es. Desde la consulta veo cómo alcanzar un logro importante puede remover antiguas inseguridades y despertar emociones que, en apariencia, pertenecían al pasado".
Precisamente Juan del Val ha hablado en varias ocasiones sobre su difícil y problemática adolescencia, en la que pocos confiaban que pudiera hacer algo de provecho con su futuro, y, sin embargo, ahora es el escritor español más laureado del momento: "El caso de Juan es un ejemplo muy valioso para pensar en este tema. Él mismo ha contado que en su adolescencia no daban 'un duro' por él, que no se le reconocían grandes expectativas. A día de hoy, en cambio, ha recibido uno de los galardones más prestigiosos de la literatura en español. Ese salto entre la mirada externa de entonces y la actual puede resultar tan vertiginoso como el propio éxito. Afrontar un reconocimiento de esa magnitud no consiste solo en disfrutar del logro, sino en asimilarlo emocionalmente. Requiere poder decirse internamente: 'Esto también soy yo'. Integrar el éxito en la narrativa personal implica reconciliar la imagen del joven que no fue valorado con la del adulto que hoy cosecha aplausos. Esa integración no es automática; demanda un proceso consciente de aceptación y autoconocimiento".
Leticia Martín sobre el síndrome del impostor: "Es común que aparezca la duda de si realmente se merece tanto reconocimiento"
Aunque le ha llegado de adulto, Juan no es nuevo en esto de tener reconocimiento en lo personal y en lo profesional, y es que el hecho de estar casado con Nuria Roca -una de las presentadoras más longevas, queridas y respetadas de la televisión- y su presencia en programas de éxito -'El Hormiguero', 'El Desafío', 'la Roca...- le han preparado para este momento. Pero aún así, gestionar algo tan 'gordo' como un premio Planeta se puede ir de las manos: "Cuando alguien ha vivido etapas de baja validación, el éxito puede sentirse ambivalente. Por un lado, repara viejas heridas; por otro, las reabre. Es común que aparezca la duda de si realmente se merece tanto reconocimiento, lo que en psicología llamamos síndrome del impostor. A veces, la mente tarda en creer lo que la realidad ya confirma. Digerir el éxito, entonces, implica mucho más que celebrarlo. Es una tarea emocional: conectar el logro con el esfuerzo, con los aprendizajes, con los momentos de caída. Si no se logra esa conexión, el éxito puede sentirse ajeno, como algo que ocurre 'ahí fuera' pero no termina de anclarse dentro", señala Leticia.
La psicóloga afirma que el éxito "transforma el entorno": "Cambian las expectativas, aumentan las exigencias, se multiplican las miradas. En ese contexto, es fácil que aparezcan el miedo a defraudar o la autoexigencia extrema. Cultivar la autocompasión y la regulación emocional se vuelve esencial para no perder el equilibrio interno mientras todo alrededor se mueve. En el caso de Juan del Val, se percibe una madurez que probablemente viene de haber transitado diferentes etapas vitales antes de llegar a este punto. Cuando el éxito llega en un momento de mayor conciencia personal, se puede recibir con serenidad y gratitud, sin necesidad de convertirlo en un escudo ni en una revancha".
"Desde la psicología humanista podríamos decir que no se trata de validación, sino de autorrealización. El éxito bien digerido no cambia la esencia de una persona; más bien la amplía. Cuando los logros se integran en la historia propia con naturalidad, se gana libertad interior: ya no hay que demostrar nada, solo seguir creciendo".






