El chantaje, ‘Acacias 38’

Lucía no supera que Telmo haya decidido marcharse de nuevo de Acacias y se muestra triste y distante con su esposo. Lo que la joven no sospecha es que en realidad se ha ido en busca de pruebas que confirmen que él es el padre de Mateo.

A su regreso, el exsacerdote enfrenta a su exprometida nuevamente y le pregunta una vez más si el pequeño es su hijo. Esta vez, la mujer, que no deja de defender al infante de los ataques de Eduardo, le confiesa la verdad:

Telmo, emocionado, le asegura que luchará por ella y por el niño: “Seremos una familia de verdad. Estaremos juntos, no pienso volver a perderte. Te amo más de lo que imaginas”.

Las cosas se complican para Cinta, ya que bajo presión de sus progenitores se ve obligada a recibir a nuevos pretendientes en su casa. "Voy a encontrarte el mejor marido de todos, ya verás lo feliz que vas a ser, eso déjalo de mi cuenta, cielo mío, pero debes poner un poquito de tu parte. Últimamente estás bastante sosilla y eso no le gusta a nadie”, comenta su madre.

Tras una cita fallida con Alberto, un chico extremadamente aburrido, conoce a Norberto. Este último parece haberse ganado la simpatía de la señorita hasta que una noche intenta emborracharla y aprovecharse de ella

La cita entre Norberto y Cinta no sale como era de esperar y la joven termina abofeteando a su pretendiente y huyendo del lugar.

Genoveva no consigue mejorar su relación con las damas del barrio. A su malestar por no ser aceptada en su edificio, se suma un nuevo problema: una misteriosa visita que amenaza con destruir la paz en el hogar de los Alday.

El hombre, que se hace llamar Ariza, chantajea a los señores de la casa con revelar un oscuro secreto de su pasado.

“Sé que desean mantener mi boca cerrada, pero no les va a resultar barato. A partir de ahora, ustedes dos estarán a mi merced y no quiero ninguna tontería, porque si alguien tiene aquí las de salir perdiendo, son ustedes. Que tengan una muy buena noche, recibirán noticias mías…”, dice antes de abandonar la estancia.

Por otro lado, Palacios ha decidido quedarse en el barrio, pero le pide a Carmen que no vuelvan a verse: “Tengo miedo que al brindarme tu amistad, eso te perjudique con el resto de vecinos. Imagínate que pierdes tu empleo o algo por el estilo. Creo que no podría cargar con ese peso sobre mi conciencia”.

Lejos de resignarse, la criada se muestra tajante ante el expresidiario. “Soy yo quien debe decir lo que le conviene. Entiendo tu preocupación, pero no pienso dejarte en la estacada, así que tendrás que aguantar mi compañía y mis consejos durante mucho tiempo”, asegura mientras sonríe.

Pasan los días y Ramón no deja de sentirse culpable por el estado en el que se encuentra Felipe. Tal es su preocupación que consigue una oferta de trabajo al abogado para sacarlo del pozo en el que ha caído desde hace años, aunque cuando este se entera de que su peor enemigo está detrás de todo monta en cólera.

Liberto, por su parte, defiende a capa y espada al viudo de Trini de los insultos. “No tienes que comportarte así, si no quieres agradecerle el gesto que ha tenido, no lo hagas, pero acepta esa proposición. Si no lo haces, es muy posible que te arrepientas de ello el resto de tu vida”, aconseja a Felipe.