Personas lastimadas hieren personas. Y en el transcurso de tres temporadas de Sex Education de Netflix, quedó claro que Adam Groff está sufriendo. Groff, interpretado a la perfección por Connor Swindells, fue una vez el mayor matón en Moordale, la escuela de secundaria ficticia. En realidad, borre eso, el padre de Adam, Michael, era el mayor matón de todos, el estricto director de la escuela que gobernaba la escuela con autoritarismo y cuya manipulación fue alimentada por un cajón lleno de Cadbury Flake Bars antes de que lo destituyeran de su puesto por última vez.

Ambos Groffs, cada uno capacitado para antagonizar a los estudiantes de Moordale a su manera, utilizaron la temporada 3 de Sex Education para mejorar. Después de que Michael, interpretado por Alistair Petrie, fuera despojado de su trabajo y su matrimonio, se vio obligado a vivir con su pomposo y absolutamente terrible hermano mayor, Peter. Como el Groff mayor, Jason Isaacs, que no ha sido tan despreciable desde que interpretó a Lucius Malfoy, jugó su papel para exponer exactamente por qué los hombres de Groff son quienes son.

Cuando Michael finalmente se da cuenta de que su propia crueldad y frialdad eran mecanismos de defensa, todo lo que quiere hacer es reconciliarse con su esposa, Maureen, y su hijo Adam, quienes han sido afectados por su descontento y victimización durante años. Y mientras Michael finalmente se da cuenta en la mediana edad de dónde se encuentran las raíces de sus problemas, el joven Adam, que es un hombre gay al que solo se le enseñó a existir en una sociedad cis-het, está luchando por descubrir su propia identidad.

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La evolución de Adam en 'Sex Education'

En la temporada 1, Adam era un matón que tenía muy pocas perspectivas académicas y cuyo único poder existía al intimidar a los demás. Ha quedado claro que Adam, sin amigos y sin el apoyo de las personas cercanas a él, estaba arremetiendo porque era todo lo que sabía hacer. Su víctima principal, Eric, interpretado por el increíble Ncuti Gatwa, solo fue su objetivo porque Adam quería estar más cerca de él. Eric, gay y orgulloso y, en última instancia, incapaz de ocultar quién es a pesar de provenir de una familia nigeriana conservadora, era un símbolo de todo lo que Adam nunca podría ser.

Por más impactante que pareciera, cuando los dos tuvieron una pelea física que terminó en un beso al final de la temporada 1, Eric se convirtió en la única persona en la que Adam podía confiar y ser su verdadero yo. Es por eso que en la temporada 3, a medida que la relación entre los dos prospera (a pesar de los celos lanzados hacia Adam por Rahim, el viejo amor de Eric), siempre hay una incertidumbre persistente en la relación. Eric se preocupa por Adam, pero obviamente está más a gusto consigo mismo y con su sexualidad y no necesita a Adam como Adam lo necesita a él.

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Adam transmite más con el silencio que con sus palabras (después de todo, no es un poeta) y el rostro de Swindells es una ventana a su mundo. A Adam se le ha enseñado que la única forma de ser un hombre es vivir según el modelo de Elsa: "ocultar, no sentir". Al no dejar nunca llorar a Adam, Swindells se emociona solo con el más leve fruncimiento de los labios o el movimiento de la mejilla, cada milímetro de movimiento es un cambio significativo, y a veces devastador, en el espectro emocional. Mientras que Adam está desesperado por liberarse del ciclo de masculinidad tóxica en el que ha sido criado, incluso cuando está en su punto más bajo, parado en un puente después de que Eric lo deje, no puede, ni siquiera se atreve a derramar una lágrima.

Más trágico que su capacidad para dejar salir su tristeza es su incapacidad para ser feliz. Sabemos que solo hay dos grandes alegrías en la vida de Adam: las Kardashian y su perro, Madame, el único ser vivo en su vida que lo ama incondicionalmente. Cuando Adam ingresa a Madame en una exposición canina e invita de mala gana a su madre a verla, a pesar de recibir una mención de honor en la serie, es desgarrador verlo explicarle a su madre que sabe que su padre se decepcionaría con los resultados. Una y otra vez, Adam ha asumido la responsabilidad de las terribles acciones de los demás (alegando que el calcetín de caca de Rahim era suyo, que le plantaron marihuana en la escuela militar, lo que provocó su expulsión).

Él piensa que es un fracaso que bien puede absorber todos los fracasos de los demás porque nadie espera nada mejor de él, sin ver el mérito en el altruismo de sus acciones. El crecimiento de Adam como personaje no ha sido tan sorprendente, ya que las semillas de su bondad se han plantado a lo largo de tres temporadas, y en el camino ha mostrado su verdadero yo a mucha gente: Eric, Rahim, Ms. Sands, e incluso su compañera Ruby, la amante de Khloe. Pero todavía se está castigando a sí mismo por la persona que solía ser, una persona que nunca fue su verdadero yo. Esperemos que en la Temporada 4 de Sex Education, de alguna manera, alguien le cuente a Adam el secreto de que es una buena persona. Quizás entonces se permitirá ser feliz.

Headshot of Ignacio Herruzo Martínez

Ignacio es experto en cultura, pero desde hace más de 10 años se ha especializado en cine y series, tanto las que se estrenan en la gran pantalla como en las plataformas de streaming. Lo mismo te habla de los estrenos de Netflix, HBO Max o Amazon Prime Video, como que te cuenta la última hora de ‘Masterchef’ o de cualquier otro programa de televisión.   

Con ya una larga experiencia como crítico, conoce las mejores series y películas y le encanta verlas antes que tú para poder decirte si merecen la pena o no. Conoce todos los estrenos de la semana y le encanta recomendar series y películas a sus amigos, familiares y a los lectores, algo que ha ido haciendo en diferentes blogs personales y a través de las redes sociales. Le gusta todo: sigue a grandes directores como Martin Scorsese, Quentin Tarantino o Steven Spielberg, y se sabe de memoria todo el universo de Marvel, Star Wars, El señor de los anillos y el mundo Disney.    

La cultura es su principal hobby y aunque se considera un cinéfilo, también le encanta la música, sobre todo internacional, y los videojuegos, a los que dedica todo el tiempo que le deja el cine y las series, claro. El deporte es su otra pasión, que desarrolló en sus inicios en el diario deportivo MARCA.   Ignacio Herruzo es Graduado en Periodismo por la Universidad Rey Juan Carlos en 2012. Desde entonces no ha parado de escribir desde que comenzó en 2013 en el grupo Hearst, donde ha ejercido de redactor en diferentes webs y revistas como Teleprograma, Supertele y Diez Minutos.