Durante los más de tres meses de grabación, el equipo de producción recrea un Linares floreciente de finales de siglo, así como sus arrabales, la nueva aristocracia modernista con la miseria y las minas de plomo, los palacios y los agrestres paisajes de Despeñaperros y Sierra Morena. Pero no se han desplazado físicamente a esos lugares. La serie clona la Andalucía del XIX en las inmediaciones de Guadalajara (El Fuerte de San Francisco), adaptando diversas edificaciones y ubicando tres de las localizaciones habituales de la serie: el cuartel de la Guardia Civil, la posada de la señora Rosario, “donde Ros tiene su pequeño despacho al margén de la Guardia Civil” y el Café cantante de El Oso, “un espacio donde se mezclan personajes de diferente condición muy útil en la ficción y donde se desarrollará parte de la trama; el ambiente será muy variopinto con jornaleros y aristócratas”, explica el productor Emilio Pina.
Y allí nos hemos trasladado para hablar con el equipo: “Cuando pensamos en sacar de Madrid a Ros, la primera opción, siendo 1898, fue algún puerto de mar. Pensamos en Cádiz. Pero como no podíamos asumir un desplazamiento largo por costes y no queríamos abusar del digital, escogimos algo localizable en Madrid y alrededores”, explica. “El lugar del rodaje es un espacio con muchas posibilidades. Lo conocimos con El tiempo entre costuras y luego grabamos también Apaches”, ha comentado Pina sobre esta ubicación en la capital alcarreña, que les permite trabajar a un paso de Madrid y en un espacio amplio que, gracias a la mano del director de Arte, Koldo Vallés, se ha convertido en un auténtico Linares de 1889. Además, cada capítulo se desarrollará en otros escenarios cercanos, como por ejemplo en el monasterio de San Bartolomé, en la localidad de Lupiana.