Comprar alimentos frescos y de temporada es muy importante para asegurarnos una buena alimentación pero también lo es cómo los cocinamos. El calor altera los alimentos y es algo a tener en cuenta para que no pierdan propiedades. Estos algunos trucos de ahorro y consumo para aprovechar mejor los alimentos.

Comer sano no significa renunciar a tus recetas favoritas. Algunos cambios sencillos y un poco de planificación pueden ayudarte a introducir cambios saludables en tu manera de cocinar para toda la vida.

A pesar de que la cocción altera los alimentos –hace que se pierdan vitaminas (A, B y C) o enzimas–, también favorece su digestibilidad y conservación y destruye sustancias tóxicas que contienen algunos alimentos, como las patatas o las berenjenas. También cambia el aroma, textura o color haciéndolos más apetecibles o fáciles de masticar y conservar.

Para cocinar hortalizas y verduras, lo más sano es tomarlas crudas, en ensalada, escaldadas, al vapor o cocidas poco tiempo y con poca agua para que no se pierdan vitaminas. Otro consejo es hacerlas al horno a bajas temperaturas. Al cocer espinacas o acelgas, tira el agua por el ácido oxálico que sueltan. Y no conviene abusar de su consumo porque dificultan la absorción de calcio y de hierro, además de favorecer la formación de piedras en el riñón.

Cómo cocinar la carne o el pescado

La carne lo mejor es comerla en forma de carpaccio, steak-tartar o marinada, ya que así conserva todos sus nutrientes, pero sólo si es de muy buena calidad porque podría tener bacterias o sustancias contaminantes. Si la cocinamos, mejor que sea de una forma suave, esto permite que se destruyan las bacterias y favorece su digestibilidad. Los estofados o carnes al horno son más saludables que a la brasa o al grill.

La carne puede llevar una capa de humedad en el exterior, por lo que es importante deshacerse de ella si se quiere que la proteína se dore al máximo cuando llegue a la sartén. ¿La forma más rápida? Secarla con una toalla de papel.

Al cocinar el pescado, lo mejor es hacerlo al vapor, estofados o al horno (sin pasar de los 300 grados). No se debe abusar del pescado crudo porque hace que se pierda vitamina B1.

Sazona cosas como las setas y los calabacines después de que se doren, no antes. Ambos llevan un exceso de agua, y la sal la extrae aún más, haciendo que los alimentos queden empapados. En su lugar, deja que cojan color primero y que pierdan el líquido sobrante. (Además, asegúrate de que estén totalmente secos antes de ponerlos en la sartén).

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Cómo cocinar otros alimentos

Para asegurarnos de que los mariscos no están contaminados hay que mantenerlos durante 48 horas en agua limpia y cloro. Lo mejor es pasarlos por agua, al vapor o escalfados. Así se cuaja la clara y la yema se mantiene casi cruda. No deben comerse crudos porque impiden la absorción de la biotina o vitamina B8, además de que pueden transmitir bacterias como la salmonela.