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Este 2 de enero de 2025 se cumplen 25 años de la muerte de María de las Mercedes de Borbón y Orleans, la madre del rey emérito Juan Carlos I. Fue en la residencia de La Mareta, en Lanzarote, donde murió. La familia real al completo se puso de acuerdo para renunciar a una Navidad en la nieve de Baqueira Beret y viajar a las islas Canarias. Don Juan Carlos y doña Sofía con sus tres hijos, sus yernos y los pequeños Froilán y Juan Urdangarín. Pero también la infanta Pilar y la infanta Margarita con sus hijos e incluso Irene de Grecia.
A sus 89 años, doña María de las Mercedes gozaba de buena salud, a pesar de sus problemas de movilidad, que la hacían ir en silla de ruedas. Comieron con el entonces presidente del gobierno, José María Aznar, y cuando se retiró a descansar, un paro cardíaco puso fin a su vida.
María de las Mercedes de Borbón y Orleans había nacido un frío 23 de diciembre de 2010 en Madrid. Era hija del infante Carlos de Borbón Dos Sicilias y de su segunda esposa, Luisa de Orleans. La sangre azul corría por sus venas. Pasó sus primeros años en Madrid y con diez años se marchó a vivir a Sevilla, donde había sido destinado su padre. Estudió en el internado de las Madres Irlandesas y en los veranos viajaba a Francia para perfeccionar el idioma.
Poco podía imaginar aquella niña algo tímida y muy responsable que la proclamación de la II República, en 1931, les obligaría a exiliarse en Francia. Tenía 24 años cuando viajó a Roma para acudir a la boda de la infanta Beatriz, hija de Alfonso XIII y la reina Victoria Eugenia. Allí se reencontró con don Juan de Borbón, su primo tercero, al que hacía tiempo que no veía. Este se había convertido en heredero de los derechos dinásticos de su padre, tras renunciar sus hermanos mayores.
Don Juan no recordaba aquella prima rubia y de intensa mirada de la que no pudo evitar enamorarse. Se cumplió el refrán y de una boda (la de su hermana) salió otra (la suya). Se celebró poco después, un 12 de octubre de 1935, en la Basílica de Santa María de los Ángeles, en Roma. Hicieron su vida en un pequeño palacio en Viale di Parioli, tras nacer la infanta Pilar, apenas nueve meses después de su boda. Luego llegarían Juan Carlos en 1938, Margarita en 1939 y Alfonso en 1941, quien murió con solo 14 años tras un disparo accidental de su hermano.
Tanto Juan como María de las Mercedes anhelaban regresar a España pero la situación era cada vez más complicada. Y Franco no estaba por la labor. Con el inicio de la Segunda Guerra Mundial, se trasladaron a Lausana, donde vivía la reina Victoria Eugenia, y tras la paz, eligieron Estoril para fijar su residencia. Allí, al menos, estaban apenas a unas horas de Madrid. Y es que don Juan nunca perdió la esperanza por ser rey.
Por eso, cuando Franco nombró sucesor a título de rey a Juan Carlos, él lo vivió como una traición de su hijo. Una vez más, María de las Mercedes fue la encargada de mediar entre ambos, una tarea nada fácil, y consiguió que su marido renunciara a sus derechos dinásticos en favor de su hijo. El 22 de noviembre de 1975, tras la muerte de Franco, su hijo fue proclamado rey. Su suegro, Alfonso XIII, la llamaba María 'la Brava', y es que su vida estuvo marcada por los exilios, el nacimiento de una hija ciega, la muerte de un hijo a manos de otro... y ella siempre mostró la entereza y la valentía necesaria para salir adelante.
María de las Mercedes había regresado a España en contadas ocasiones, para el entierro de su padre en 1949 y para los bautizos de sus nietos, la infanta Elena y el príncipe Felipe, de quien fue madrina. Aficionada a la pintura, la música y los toros, era madrileña de nacimiento pero de alma sevillana. Durante el reinado de su hijo continuó viviendo en Estoril con su marido hasta los años 80. Después, regresó a Madrid, la ciudad que la vio nacer, para establecerse en Villa Giralda, una casa a la que bautizaron igual que su residencia en Estoril y donde llegó a recibir a Isabel II a su paso por España en los años 80.
Sus últimos días los dedicó a ver, orgullosa, cómo crecía su familia, cómo su hijo se ganaba el respeto del pueblo en su papel de rey, y a disfrutar de sus aficiones, como los toros. Su muerte, aquel enero de 2000, le permitió irse en paz, rodeada de los suyos. Y sin poder ni imaginar que su hijo Juanito, ese rey ejemplar querido por todos, terminaría también en el exilio aunque por causas muy diferentes a las suyas.
Escribo sobre royals, celebrities y cultura en la web de Harper’s Bazaar. Licenciada en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, comencé mi carrera escribiendo sobre lifestyle en revistas impresas para después dar el salto al mundo digital. Si solo pudiera hacer dos cosas en la vida serían leer y probar nuevos restaurantes. Mi idea de la felicidad es tomarse una cerveza mirando al mar.