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Las relaciones entre la familia de sangre y la familia política puede generar tensiones, sobre todo para la persona que se encuentra en medio de ambas partes, como podría ser el caso de Alejandra Rubio. La colaboradora de 'Vamos a ver' mantiene una estrecha relación con su madre, Terelu Campos, y un trato cordial con su suegra, Mar Flores. Sin embargo, no parece ocurrir lo mismo entre su madre y su suegra. A ello se suma, la afinidad de Alejandra con su suegro, Carlo Costanzia, que no sale muy bien parado en el libro de memorias de su exmujer. Un entramado de lazos afectivos, que podrían afectar a Alejandra Rubio. Para saber cómo influye esta situación familiar en la colaboradora televisiva y cómo se debe actuar si nos encontramos en una circunstancia similar hemos consultado a Leticia Martín Enjuto, psicóloga experta en esta materia. "Aparece el clásico conflicto de lealtades", asegura la coach.
"Alejandra Rubio, ha crecido rodeada de cámaras y titulares. Su vida ha estado marcada desde muy temprano por la atención pública, un contexto que ha influido de manera decisiva en su personalidad y en la forma en que se muestra ante los demás. Ella ha buscado trazar un camino propio, combinando colaboraciones televisivas con proyectos que le permitan diferenciarse de la imagen heredada de su familia. Un ejemplo de unión y lealtad es su relación con su madre, Terelu Campos. El papel protector que adopta Alejandra, saliendo en su defensa cuando siente que ha sido cuestionada, es más que notable. Este rol es raro en las dinámicas madre-hija y sus apariciones televisivas colocan sobre ella una carga añadida: cuidar de su madre sin perder su propia autonomía", nos comenta Martín Enjuto.
Leticia Martín, psicóloga: "Establecer límites no es rechazo"
La experta considera que al sumarse la figura de Mar Flores como suegra sitúa a Alejandra en una posición delicada. "La relación nuera-suegra ya suele estar cargada de expectativas y tensiones, y en su caso, todo se magnifica por sus apariciones públicas. Cada gesto, cada palabra, se analiza y se interpreta, lo que la obliga a manejar la situación con especial prudencia. La relación indirecta entre Terelu y Mar añade otra capa de complejidad. Alejandra insiste en que no quiere opinar sobre este tema. Su postura es la de mantenerse neutral, proteger su paz emocional y no alimentar narrativas que puedan dañar a quienes quiere", analiza la psicóloga.
El nacimiento de su hijo también "ha cambiado las dinámicas familiares", explica Letizia Martín Enjuto. "El nacimiento de un nieto suele redefinir roles y expectativas, especialmente en torno a las abuelas, que adquieren un protagonismo nuevo. Para Alejandra, esto representa tanto una oportunidad de conciliación familiar como un reto, pues debe lidiar con diferentes expectativas sobre la crianza y el grado de implicación de cada una", observa la psicóloga.
Otro dato a tener en cuenta es que Alejandra, como madre primeriza, "necesita encontrar un punto medio entre aceptar la ayuda de las abuelas y mantener su propio espacio con su pareja e hijo. Establecer esos límites no es un rechazo, sino un acto de cuidado propio, clave para crear un entorno sano y equilibrado para su nueva familia".
La estrategia de Alejandra Rubio para no generar conflictos familiares, según la psicóloga
En lo público, Alejandra ha aprendido a regular sus emociones evitando una escalada de los conflictos. "Desde la psicología, esto puede entenderse como una estrategia adaptativa que le permite protegerse y mostrar coherencia ante el público. Sin embargo, detrás de esa contención hay una petición clara: respeto y reconocimiento. Ella insiste en que las relaciones no deben forzarse ni estar condicionadas por la presión mediática, sino nacer de la autenticidad y el tiempo compartido. Una visión que encaja con la necesidad de validar emociones y ritmos propios, especialmente en vínculos tan sensibles como el de suegra y nuera", reflexiona Martín Enjuto.
No es una situación fácil porque, tal y como reconoce la psicóloga, "en ese camino aparece también el clásico conflicto de lealtades". Martín Enjuto considera que "Alejandra se mueve entre su madre, su pareja, su suegra, su suegro y ahora su hijo. Un equilibrio difícil que cualquier familia conoce. La clave no está en elegir a unos sobre otros, sino en fomentar un marco de respeto donde cada vínculo tenga espacio propio".
