- Los presentadores españoles más guapos de televisión
- Gran belleza y gran voz: los cantantes españoles más guapos
- Los famosos españoles con más seguidores en Instagram
El humorista y presentador Juan y Medio (62) es de esas personas que sólo despierta simpatías, y es que no meterse en polémicas y hacer su trabajo con sentido del humor han sido dos premisas por las que se ha movido siempre. Lo sabe bien la periodista María Casado, que le invitaba a su programa, 'Las tres puertas', para conocerle un poco más a fondo, porque a pesar de que lleva toda la vida en televisión, apenas ha mostrado su lado más privado -aunque sí ha pasado por las páginas de Diez Minutos, donde nos ofrecía alguna de sus entrevistas más sorprendentes-, e impresionaba con algunas de sus declaraciones, como su reflexión sobre la vejez: "Más que asustarme, me inquieta, me da curiosidad", afirmó contundente.
Juan, que se abría en el programa sobre su infancia en Andalucía y anteriormente se hacía viral con sus declaraciones sobre las pensiones, tiene una relación muy especial con la gente mayor, y lo demuestra cada día con su programa de Canal Sur 'La tarde, aquí y ahora', por donde pasan personas de la tercera edad con ganas de compartir sus historias, que no siempre son cómodas de escuchar, pero sin duda son lecciones de vida, y de los que aprende mucho, especialmente a relativizar sus problemas: "Cuando uno ve que hay gente que pasó la guerra, gente que estuvo sojuzgada, que no tuvo relaciones sexuales en condiciones, que no pudo mostrarse como eran, que les vivieron su vida porque ellos no pudieron vivirla, se la vivieron otros... han atravesado todo esto y han sido muy elegantes, han sido muy nobles. Se han quedado sin vacaciones, se han quedado sin vida, sin dentaduras, sin viajar, para que todos nosotros lo hagamos".
"Esta gente luego llega allí y lo hace con humildad, con naturalidad, y son afectivamente muy buenos, muy sencillos. Todo eso a mí me conmueve porque ellos actúan de una manera directa, no buscan impostarse, o darse unos aires que no tienen. Son como son. Yo todas las tardes los tengo ahí enfrente y me siento un privilegiado porque ellos viven en la soledad, que es el gran mal de las personas (mayores)", apuntaba, y añadía una gran reflexión: "Ellos lo dicen, 'vengo, aunque me da mucha vergüenza, puedo ser criticada, pero es que tenía que venir porque yo ya me muero en mi casa, yo ya no puedo más'. La sociedad no ha hecho mucho para aliviar esto".
Juan y Medio reflexiona sobre su propia vejez: "Yo ya noto la merma. Yo no soy el que era"
El almeriense, que recogió la Medalla de Andalucía a la Solidaridad y Concordia 2024 precisamente pro su entrega con los mayores, tiene una cosa clara: todos vamos a llegar a ancianos, pero la diferencia es cómo se trata a la gente cuando llega. "Ellos sólo quieren estar bien, y si no lo están, lo manifiestan". Admite que mucha gente habla con los mayores como quien habla con los niños, con un lenguaje simple y evitando temas sesudos, pero su secreto para recibir tanto cariño de su público es que les habla directos, sin medias tintas y de todos los temas, como el sexo o la muerte sin florituras: "Ellos hablan absolutamente de todo, y con una naturalidad que espanta. Y me sorprende su vitalidad [...]. Ellos se supone que ya no tenían energía, se supone que ya estaban amortizados para la sociedad. Ahora, ¿dónde va este? ¿Por qué se tiene que ilusionar ahora? Muchos hijos se preguntan '¿no me digas ahora que papá quiere hacer un crucero?'. Y se les abren las carnes, pero es que ya no les queda mucho tiempo", dice con crudeza.
Eso sí, tras comprobar en primera persona que en la tercera edad también queda mucha energía para seguir haciendo cosas, Juan y Medio tiene claro que a él envejecer no le da ningún miedo: "Más que asustarme, me inquieta, me da curiosidad. O sea, quiero saber cómo empezaré. Porque claro, tú me ves, y un portento. O sea, te das cuenta que no he envejecido nada [...]. ¿Qué será de mí? Eso lo pensamos todos. ¿Qué pasará? ¿Quién me va a tapar cuando esté sentado en una silla en la puerta de un cortijo en Andalucía y alguien me diga 'Juan, pasa, que ya está la cena'. ¿Quién será? ¿Quién estará? ¿Qué será de mí? ¿Seré muy pesado? ¿Voy a molestar a los míos? ¿O seré el tipo que todavía tiene sentido del humor y gastará bromas y contará chascarrillos y tendrá gente a su alrededor que le quiera? Eso es muy bonito pensarlo. Pero, lógicamente, yo ya noto la merma. Yo no soy el que era, evidentemente".
